La meningitis en Durango, que arrojó una estadística de 80 casos diagnosticados y 41 fallecimientos, causó luto y marcó un nuevo rumbo en decenas de familias. Abdy Yesenia Ruiz de la Rocha es parte de las cifras de este inesperado brote que comenzó en el 2022; y es parte del grupo de 39 sobrevivientes.
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Fue el 12 de agosto del 2022 que la joven fue sometida a una cesárea para el nacimiento de su bebé, sin embargo, 15 días después comenzó con dolores de cabeza, mismos que al inicio relacionó con el cambio radical en su rutina.
“Empecé con un dolor de cabeza, y yo decía que eran las desveladas. Le hablo a mi médico y me dice que tome una Aspirina, y que podría ser la presión. (…) A partir de ese momento siempre traía punzadas, me daban y tenía que cerrar los ojos porque me eran calambres en todo el cuerpo”.
El 8 de noviembre presentó temperatura, escalofríos y dolor de cabeza, razones que la alertaron y decidió acudir al módulo instalado en el Hospital General 450, específicamente para la atención de pacientes con meningitis.
“Estaba el camioncito por el lado de Urgencias, me pasan, me hacen muestra de sangre, salí bien, me pasan a una tomografía, salí bien, pero cuando me hacen la punción para estudiar mi liquido, ahí es donde salgo alterada. Me comentan que mi liquido es color marrón y debe ser transparente”.
La enviaron a su casa ordenándole descanso y reposo, luego de haber estado sometida a los estudios. Momentos más tarde su padre recibe una llamada de parte del personal del Hospital 450, a fin de informarle que debía ir a internarse prácticamente de inmediato.
“Empecé a llorar, porque ya se habían escuchado casos de la primera fallecida. Me voy y me dejan internada, ahí empieza mi sufrir”.
- Por casi un mes Ruiz de la Rocha permaneció internada, del 9 de noviembre y hasta el 5 de diciembre del 2022.
El sufrimiento…
“Salí toda picoteada, con mis venas quemadas, la piel la tengo súper dura, se me hizo más reseca de lo que ya era, sí fue mucho sufrimiento, pero yo decía, ‘ya voy de gane’. Hubo como dos o tres veces en que me decaí, porque los latidos de mi corazón llegaron al límite de lo mínimo”.
Hay cosas que Ruiz de la Rocha no recuerda de aquel momento; su esposo y su familia le cuentan que había lapsos en que le hablaban y ella parecía estar en otro lado, distraída. Ella dice que sí los escuchaba pero a lo lejos, “estaba, pero no estaba”.
Riesgo de muerte
“Nos dieron unas hojas a firmar antes de recibir el medicamento. Fueron muy fuertes, se lo mande a mi familia y les dije ‘tengo que firmarlo sí o sí’. Decía todo lo que nos podía pasar, y claro, mencionaba la muerte. Decía ‘estamos aquí, es un shock, y todavía venir a leer ‘probabilidad de muerte tanta’. No tenia opción”.
Según narra, dos años antes su hermana había fallecido por insuficiencia renal, así que su dolor se multiplicó, y no quería darles otro golpe de este tipo a sus padres.
“Sigo sin saber qué fue lo que me tiene aquí, y por qué yo sí soporte el medicamento y logre eliminar lo que estaba de hongo en mi cuerpo y los demás no”.
Hoy, Abdy Yesenia permanece en tratamiento psicológico, donde ella ha expuesto que a veces siente culpa, pues cuando ve a familiares de fallecidas, se imagina que ellos pudieran sus padres.
“Fue un golpe muy fuerte, es mi primer bebé, y yo tenía la ilusión de ser madre. Uno se va a las clínicas por miedo del hospital, por estar con la familia, por ser el primero proceso, se hace la lucha y se va uno por una mejor atención”.
Secuelas
Después de haber sido dada de alta, Abdy se enfrentó a una vida totalmente diferente, pues aunado a su maternidad de la cual apenas aprendía con ilusión, pasaba por un impacto emocional complicado, y por situaciones que incluso la llevaron a permanecer en reposo por alrededor de seis meses.
Su vida se tornó en tranquilidad de un momento a otro, luego de ser una mujer muy activa, por ello buscó recuperar su vida de antes, y ponerse en ritmo nuevamente.
Miedo
Aunque ya está recuperada, persiste en ocasiones el temor que pueda volver este padecimiento. “Sí tengo el miedo que me empiece a doler la cabeza, pero me tranquilizó”.
No fue fácil enfrentarse a la meningitis, permanecer hospitalizada alrededor de un mes., y darse cuenta cómo iban muriendo sus compañeras de cama y quienes tenían su mismo diagnóstico.