Bien dice el dicho: “a donde fueres haz lo que vieres”. Durango es la tierra de los alacranes, y aunque lo menos que se quiere es ser picado por uno de estos, también resulta de atracción, sobre todo para los turistas, comerlos en alguna de sus diversas presentaciones como paletas, tacos, brochetas, etc.
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La inclusión de los alacranes en la gastronomía no es nueva, pero se ha mantenido como uno de los atractivos de Durango; y es que los comerciantes y artesanos han hecho lo propio por impulsar y aprovechar este arácnido de gran presencia en el estado.
Claro que para llegar al paladar de duranguenses y foráneos, este animal pasa por un proceso para dejarlo libre de veneno, y que no afecte en la salud de quien lo consume.
Así que quienes se coman un alacrán deben estar seguros que no les pasará nada. Pero como todo, habrá quienes se animen a esta experiencia, y quienes se muestren un poco renuentes.
El Sol de Durango dio un recorrido por el Mercado Gómez Palacio, donde pudo tener acercamiento con turistas que probaron un alacrán, ¿qué les pareció?.
José y Elba Alcázar llegaron a la capital duranguense desde Arizona, Estados Unidos, y no dudaron en probar los alacranes en brocheta; ambos coincidieron que este arácnido es rico.
“Sabe a chicarrón con chile. Está riquísimo”.
Pasa igual con Keysi, una joven de Santa Bárbara, California, quien decidió probar un alacrán, luego que sus familiares le ofrecieron dinero a cambio. Finalmente no fue tanto el esfuerzo pues sí le gustó, ¡prueba superada!.
“Sabe a chilito, como saladito y con limón, tiene sabor como a pollo”.