/ viernes 23 de octubre de 2020

Asústame: El músico y su orquesta que le toco al Diablo

En aquel sofá lleno de telarañas quedo olvidado el Violín que fue interprete de aquella noche cuando el musico sin querer le toco al Diablo

Hay muchas historias que rodean las antiguas calles del centro de la ciudad de Durango, calles emblemáticas, y revolucionarias que ocultan grandes misterios que hasta la actualidad pudieran ser aun no descubiertos.

Transcurría los inicios del siglo XX, en esa época tan colonial donde los bailes y eventos eran de gran importancia en la ciudad de Durango y donde solamente la gente distinguida podía asistir.

Arturo Lugo era profesor y director muy famoso de una orquesta, era un grupo musical de deleite en Durango, debido a su gran talento sus servicios como musico no estaban al alcance de todos y por consecuencia era contratado por la gente más rica de la ciudad.

Su agrupación había ganado un certamen en donde se premiaba a la mejor organización musical del norte del país. En esa competencia, habían participado grandes orquestas como Sinaloa, Coahuila y desde luego Durango.

El maestro Lugo fue quien por mucho superó a todos, pues era un magnifico compositor, donde destacan algunos éxitos como:

“Brumas de Oriente”, “Dos corazones”, “Ecos del corazón”, “Lola”, inspirada en Dolores Loza que era su novia y posteriormente su esposa. El vals “Cuca”, que compuso dedicado a la poetisa María del Refugio Guerrero y que fue estrenado en un baile que se llevo acabo en el Palacio de Gobierno.

Pese a sus grandes éxitos y a su gran fama hizo que el maestro perdiera el piso y comenzara a cobrar mucho más que sus competidores para amenizar eventos, Aun así, los clientes nunca le faltaban, sabían que el maestro deleitaba con sus bellas melodías sin importar los constantes desplantes y desaires que les hacia.

Sumado a lo anterior, Lugo era incapaz de presentarse en una ranchería, pues suponía que esos lugares no eran dignos de su agrupación.

Mucho menos acudía a lugares públicos con grandes aglomeraciones, y si lo hacia era solamente que el gobernador le garantizara una cuantiosa suma de dinero.

Eran las 12 de la madrugada cuando llamaron a la puerta, hacía mucho frio y el cielo tenia un aspecto tenebroso, Lugo pensó que se trataba de un asunto grave y por ello salió de la cama rápidamente a atender.

Al abrir la puerta se dio cuenta de que el sujeto que tocaba. Era un forastero de gran estatura, vestido de forma sumamente elegante con ropajes color negro.


Este entro de inmediato se quitó la capa y el sombrero. Enseguida con una mirada penetrante, le dijo al director de la orquesta:

-Me han dicho que su orquesta es la mejor. Por ello deseo contratarlos para que vengan a tocar a mi casa.

"Podrá ver que el pago es más que generoso, mayor de lo que suele cobrar, así pues, espero que en el baile toquen mejor que nunca... ¿acepta usted?”, finalizo mientras extendía la mano, don Arturo se apresuró a estrechar la mano del hombre entusiasmado por la paga y la fineza de trato.

Después de pronunciar eso, el individuo solo dio media vuelta y salió sin que Lugo pudiera decirle nada.

A la noche siguiente los miembros de la orquesta llegaron puntuales y elegantes a la casa del maestro y juntos emprendieron el camino a la dirección que se les había dado, cruzaron el puente de las Moreras y avanzaron por Fanny Anitúa.

Se ha especulado acerca de la ubicación de la casona donde los habían citado hay quien dice que se trata de la casa denominada "La Trinidad", pero muchos coinciden que el lugar del baile fue en "El Caserón" una vieja casa que estaba exactamente entre lo que hoy es la Facultad de Derecho y la FECA, cuyas ruinas sirvieron como vestidores de la alberca “El Ariel”.

Cuando llegaron a la casa fueron recibidos muy efusivamente y pudieron ver que el baile estaba lleno de gente elegante, aunque desconocidas personas, este detalle les llamó la atención pues ellos acostumbrados a tocar en los mejores bailes conocían a la mayoría de las familias acaudaladas de la época, pero en esta ocasión no veían a nadie familiar.

Quizá los invitados no eran de Durango y por eso querían impresionarlos con la bella música de la orquesta, inspirados por este pensamiento y por la generosa paga que habían recibido por adelantado, tocaron como jamás lo habían hecho, cada uno de los músicos se exigió un poco más y el resultado fue maravilloso.

Las notas flotaban en el aire inundando todo el ambiente en dulcísimas melodías y después de un largo rato, la exhausta orquesta tomó un breve descanso, que Arturo aprovechó para mezclarse entre los invitados buscando algo de cenar.

Pues si bien el lugar estaba repleto, a todos los había visto bailar, charlar y divertirse, no había visto que ninguno comiera, mientras se habría paso entre la gente tropezó con una cara familiar, era su comadre a la cual hace años que no veía, ella se extrañó mucho al verlo y le dijo:

"¿Compadre que anda haciendo usted aquí?, no me diga que ya nos hará compañía?"

Don Arturo le contó en breve lo que había sucedido sin sospechar nada malo, pero la respuesta de la comadre lo heló hasta los huesos, pues le dijo:

“Compadre, váyase, váyase cuanto antes, este lugar es la boca de los infiernos, yo morí hace 5 años y fui al infierno, este es el baile de los condenados, es un burlón castigo que nos obliga a bailar y reír para luego recibir enormes e inimaginables tormentos por nuestra vida llena de excesos, ¡ay compadre váyase antes que no pueda salir, antes que la única música que escuche sea el lamento de nosotros los condenados!"

Arturo no necesitó mayores explicaciones pues supuso que se encontraba en el mismo infierno, se encaminó hacia sus compañeros y pudo ver entre la multitud al hombre alto que le clavaba su mirada con un gesto burlón que le erizó la piel.

Ordenó a sus muchachos que se fueran de inmediato los cuales obedecieron pues los invitados ya bailaban sin música o más bien dicho se retorcían cada vez más y más violentamente y su caras se habían trasformado en gestos de miedo y dolor; salieron corriendo de ese infernal baile y no pararon hasta llegar a casa del maestro, una vez ahí y recuperando el aliento se dieron cuenta que habían olvidado un violín.

Esperaron hasta en la mañana para ir por el instrumento, haciendo de tripas corazón regresaron al lugar y grande fue su sorpresa al encontrarse con que la lujosa casa que vieron en la noche era una vieja casa abandonada con la puerta principal desvencijada.

Donde en aquel sofá entre telarañas estaba el violín olvidado la noche anterior.

Después de esa noche la orquesta de Arturo Lugo poco a poco decayó hasta desintegrarse y Don Arturo murió en la miseria el 10 de julio de 1949.

Hay muchas historias que rodean las antiguas calles del centro de la ciudad de Durango, calles emblemáticas, y revolucionarias que ocultan grandes misterios que hasta la actualidad pudieran ser aun no descubiertos.

Transcurría los inicios del siglo XX, en esa época tan colonial donde los bailes y eventos eran de gran importancia en la ciudad de Durango y donde solamente la gente distinguida podía asistir.

Arturo Lugo era profesor y director muy famoso de una orquesta, era un grupo musical de deleite en Durango, debido a su gran talento sus servicios como musico no estaban al alcance de todos y por consecuencia era contratado por la gente más rica de la ciudad.

Su agrupación había ganado un certamen en donde se premiaba a la mejor organización musical del norte del país. En esa competencia, habían participado grandes orquestas como Sinaloa, Coahuila y desde luego Durango.

El maestro Lugo fue quien por mucho superó a todos, pues era un magnifico compositor, donde destacan algunos éxitos como:

“Brumas de Oriente”, “Dos corazones”, “Ecos del corazón”, “Lola”, inspirada en Dolores Loza que era su novia y posteriormente su esposa. El vals “Cuca”, que compuso dedicado a la poetisa María del Refugio Guerrero y que fue estrenado en un baile que se llevo acabo en el Palacio de Gobierno.

Pese a sus grandes éxitos y a su gran fama hizo que el maestro perdiera el piso y comenzara a cobrar mucho más que sus competidores para amenizar eventos, Aun así, los clientes nunca le faltaban, sabían que el maestro deleitaba con sus bellas melodías sin importar los constantes desplantes y desaires que les hacia.

Sumado a lo anterior, Lugo era incapaz de presentarse en una ranchería, pues suponía que esos lugares no eran dignos de su agrupación.

Mucho menos acudía a lugares públicos con grandes aglomeraciones, y si lo hacia era solamente que el gobernador le garantizara una cuantiosa suma de dinero.

Eran las 12 de la madrugada cuando llamaron a la puerta, hacía mucho frio y el cielo tenia un aspecto tenebroso, Lugo pensó que se trataba de un asunto grave y por ello salió de la cama rápidamente a atender.

Al abrir la puerta se dio cuenta de que el sujeto que tocaba. Era un forastero de gran estatura, vestido de forma sumamente elegante con ropajes color negro.


Este entro de inmediato se quitó la capa y el sombrero. Enseguida con una mirada penetrante, le dijo al director de la orquesta:

-Me han dicho que su orquesta es la mejor. Por ello deseo contratarlos para que vengan a tocar a mi casa.

"Podrá ver que el pago es más que generoso, mayor de lo que suele cobrar, así pues, espero que en el baile toquen mejor que nunca... ¿acepta usted?”, finalizo mientras extendía la mano, don Arturo se apresuró a estrechar la mano del hombre entusiasmado por la paga y la fineza de trato.

Después de pronunciar eso, el individuo solo dio media vuelta y salió sin que Lugo pudiera decirle nada.

A la noche siguiente los miembros de la orquesta llegaron puntuales y elegantes a la casa del maestro y juntos emprendieron el camino a la dirección que se les había dado, cruzaron el puente de las Moreras y avanzaron por Fanny Anitúa.

Se ha especulado acerca de la ubicación de la casona donde los habían citado hay quien dice que se trata de la casa denominada "La Trinidad", pero muchos coinciden que el lugar del baile fue en "El Caserón" una vieja casa que estaba exactamente entre lo que hoy es la Facultad de Derecho y la FECA, cuyas ruinas sirvieron como vestidores de la alberca “El Ariel”.

Cuando llegaron a la casa fueron recibidos muy efusivamente y pudieron ver que el baile estaba lleno de gente elegante, aunque desconocidas personas, este detalle les llamó la atención pues ellos acostumbrados a tocar en los mejores bailes conocían a la mayoría de las familias acaudaladas de la época, pero en esta ocasión no veían a nadie familiar.

Quizá los invitados no eran de Durango y por eso querían impresionarlos con la bella música de la orquesta, inspirados por este pensamiento y por la generosa paga que habían recibido por adelantado, tocaron como jamás lo habían hecho, cada uno de los músicos se exigió un poco más y el resultado fue maravilloso.

Las notas flotaban en el aire inundando todo el ambiente en dulcísimas melodías y después de un largo rato, la exhausta orquesta tomó un breve descanso, que Arturo aprovechó para mezclarse entre los invitados buscando algo de cenar.

Pues si bien el lugar estaba repleto, a todos los había visto bailar, charlar y divertirse, no había visto que ninguno comiera, mientras se habría paso entre la gente tropezó con una cara familiar, era su comadre a la cual hace años que no veía, ella se extrañó mucho al verlo y le dijo:

"¿Compadre que anda haciendo usted aquí?, no me diga que ya nos hará compañía?"

Don Arturo le contó en breve lo que había sucedido sin sospechar nada malo, pero la respuesta de la comadre lo heló hasta los huesos, pues le dijo:

“Compadre, váyase, váyase cuanto antes, este lugar es la boca de los infiernos, yo morí hace 5 años y fui al infierno, este es el baile de los condenados, es un burlón castigo que nos obliga a bailar y reír para luego recibir enormes e inimaginables tormentos por nuestra vida llena de excesos, ¡ay compadre váyase antes que no pueda salir, antes que la única música que escuche sea el lamento de nosotros los condenados!"

Arturo no necesitó mayores explicaciones pues supuso que se encontraba en el mismo infierno, se encaminó hacia sus compañeros y pudo ver entre la multitud al hombre alto que le clavaba su mirada con un gesto burlón que le erizó la piel.

Ordenó a sus muchachos que se fueran de inmediato los cuales obedecieron pues los invitados ya bailaban sin música o más bien dicho se retorcían cada vez más y más violentamente y su caras se habían trasformado en gestos de miedo y dolor; salieron corriendo de ese infernal baile y no pararon hasta llegar a casa del maestro, una vez ahí y recuperando el aliento se dieron cuenta que habían olvidado un violín.

Esperaron hasta en la mañana para ir por el instrumento, haciendo de tripas corazón regresaron al lugar y grande fue su sorpresa al encontrarse con que la lujosa casa que vieron en la noche era una vieja casa abandonada con la puerta principal desvencijada.

Donde en aquel sofá entre telarañas estaba el violín olvidado la noche anterior.

Después de esa noche la orquesta de Arturo Lugo poco a poco decayó hasta desintegrarse y Don Arturo murió en la miseria el 10 de julio de 1949.

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