Augusto Díaz, es el velador del Teatro Ricardo Castro, cada año comparte con su familia las fechas navideñas de un modo muy especial. En entrevista con El Sol de Durango, Augusto Díaz comparte la historia de todas las navidades que pasa con su familia en los salones del emblemático edificio centenario del centro histórico de Durango.
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Es duranguense y todas las fiestas navideñas de la última década las pasa dentro del Teatro Ricardo Castro, vive allí todas las vacaciones festivas, hace un turno largo de semanas enteras que en la pandemia se convirtió en varios meses. La segunda casa de Augusto Díaz es el Teatro Ricardo Castro, durante la jornada laboral el trabajador duranguense se desempeña como velador y también apoya en las labores de mantenimiento y de apoyo logístico, desde su dilatada experiencia reconoce que el trabajo en el Teatro le ha ayudado mucho, le gusta la música y el teatro también, fue fotógrafo en su trayectoria profesional y también chófer, trabajó incluso en el Cereso.
Cuenta Augusto Díaz que proviene del seno de una familia duranguense, nació en calle Victoria esquina con Pino Suárez, cerca de la Logia masónica. Conoce al detalle la vida cotidiana del centro de Durango y durante su jornada de trabajo en época de Navidad, transcurre su actividad con absoluta normalidad, su casa es el camerino principal del edificio neoclásico que fue fundado en 1900, el Teatro Ricardo Castro cuenta con un medallón del retrato de Mozart y sus balcones son admirados por la decoración de estilo francés.
El Teatro Ricardo Castro es uno de los referentes culturales de mayor trascendencia y depende del Instituto de Cultura del Estado de Durango, en su interior hay una ornamentación noble y en su escenario se han representado multitud de conciertos y obras de teatro, el tiempo parece haberse detenido en su fachada de piedra que atesora mil historias que contar.
Esta Nochebuena la familia de Augusto Díaz cenará en los salones del Teatro Ricardo Castro, un privilegio que disfruta la familia duranguense, de menú cuentan con ensalada de fruta y spaghetti, además del encargo especial de una docena de chamorros tradicionales de Navidad.
El año pasado, Augusto Díaz vivió un episodio importante en su vida familiar, todos los años la fiesta navideña la disfruta en familia y los preparativos para la cena de Nochebuena y el recalentado de Navidad los vive con mucha emoción, en el interior del Teatro Ricardo Castro cada paso hace un eco y su gran escenario se mantiene en un silencio que parece que en cualquier momento puede dar lugar a una historia teatral o a una sinfonía.
Cuenta Augusto Díaz con nostalgia y mucho sentimiento que en el año nuevo sucedió un episodio inesperado, el día 2 de enero habían muchos coches de policía en la misa de la festividad y había tocado desde temprano en la puerta del camerino donde dormía su hermano Tavito Díaz, al regresar horas después mientras había cumplido con sus tareas laborales dentro del Teatro, volvió al camerino y descubrió que su hermano había fallecido de infarto de miocardio. Había tomado unos mezcales y días atrás había compartido la cena familiar en el Teatro Ricardo Castro. Todo sucedió muy rápido y en la prensa se corrió la noticia para sorpresa suya de que quien había fallecido había sido el velador del Teatro.
Augusto Díaz cuenta esta historia como una anécdota de su vida en en el Teatro Ricardo Castro, igual que si se tratara de un cuento de Navidad de Paul Auster o de Charles Dickens, donde la magia y el misterio se dan de la mano en Navidad. Tras aquel episodio Augusto Díaz cuenta que algunas personas le llegaron a decir tiempo después que vieron a su hermano en alguna plaza del centro duranguense, algo que le "pone chinita la piel". Desde la experiencia de la pérdida de su hermano Tavito Díaz, el velador del Teatro Ricardo Castro ha tomado mayor conciencia de la belleza de la vida y del valor de compartir con la familia todos los momentos del año, la vida le ha dado muchas alegrías y también muchos sacrificios, es un trabajador que cumple con su dedicación y en estas vacaciones siente de modo muy especial la celebración navideña, ha encontrado en el Teatro su segunda casa y cuenta con orgullo que incluso llegó a conocer en persona al Arzobispo de Durango, con quien comparte amistad y se ha tomado fotografías, en su camerino conserva veladoras y el Santo Niño de Atocha.
Esta Navidad, la familia de Augusto Díaz pasará las horas más entrañables en compañía de sus seres queridos, la cena con sus hijos y nietos será en el magno Teatro Ricardo Castro, entre los recuerdos de su hermano y el deseo de que el nuevo año 2024 sea de prosperidad y bienestar.