A nivel fisiológico es casi imposible que un menor de 20 años pueda morir por infarto al miocardio debido a que en ese periodo de vida el cuerpo humano aún está en formación, excepto aquellos casos que exista algún mal congénito, como sucedió al adolescente que murió recientemente en una escuela secundaria de la localidad, informó en entrevista el doctor Luis Enrique Ruíz Velarde, tras precisar que la Secretaría de Salud en Durango no tiene registradas previamente defunciones en menores de edad por esa causa.
El jefe del Departamento de Epidemiología en los Servicios de Salud del Estado, explicó en referencia a la lamentable muerte de un niño de 13 años al momento que practicaba educación física y cuya causa fue de origen congénito, es decir, que de nacimiento padecía algún problema que afectaba su función cardiaca.
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Aseveró que con base a los registros constantes que se levantan en este departamento, no existe evidencia de alguna muerte previa relacionada a infarto agudo al miocardio; es muy difícil que este acontecimiento se pueda presentar en población infantil.
Sentenció que para ello este debe tener algún problema de malformación congénita del corazón, solo así pudiera llegar en cierto momento a desencadenar un infarto si el paciente hace un esfuerzo físico superior.
La razón médica es que en menores de 20 años su corazón aún está en etapa de desarrollo, por eso fisiológicamente es casi imposible que llegue a presentarse un evento al miocardio, aseveró el facultativo. Reiteró que solamente quienes desarrollan problemas congénitos están expuestos a un padecimiento mayor.
Aunque no hay muertes registradas en menores debido a infartos al miocardio, si hay padecimientos como cáncer, leucemias, cardiopatías congénitas, desnutrición severa, enfermedades diarreicas o problemas respiratorios mal atendidos que son causa de muerte en este grupo etario, concluyó el funcionario entrevistado.
Al respecto un profesor de educación física con 27 años de servicio, quien pidió mantener su anonimato, reconoció que en el manejo de niños en nivel básico, es decir, de preescolar a secundaria, debe existir una constante comunicación entre padres de familia y maestros, sobre todo cuando el menor padece de alguna enfermedad congénita.
Es responsabilidad de los padres informar en la escuela cuando el niño tiene problemas de salud, pero además en reciprocidad ética, cada maestro debe aplicar evaluaciones conocidas como "Fichas Pedagógicas", que sirven como evidencia al docente para detectar algún problema médico en el menor.
A través de estas evaluaciones que se llevan hasta un día por grupo, dijo el entrevistado que en su experiencia personal son benéficas porque ha detectado diversos padecimientos. Píes planos, problemas en rodillas, obesidad mórbida y otros males que necesitan ser tratados antes de someter al menor a cargas de trabajo físico y que dicho sea de paso en temporadas de calor extremo pueden desencadenar consecuencias fatales.