Está a punto de cumplir 59 años de edad, lleva 10 años trabajando para la Dirección de Servicios Públicos Municipales, donde su encomienda es atender y dejar bonitos los jardines de Las Alamedas, tiene dos hijos, nietos, una pareja, 1.10 metros de estatura, y sobre todo mucha energía y alegría.
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El rostro de Patricia Hernández Guevara, a quien también llaman “Patito”, es por todos conocido, y es que su buena vibra, su personalidad sociable e incluso su estatura, llaman la atención a donde ella vaya.
- “La mayoría de la gente me conoce, será por atracción hacía mi estatura, hacía mis trabajos, porque he andado mucho en la calle”.
“Patito” contó al equipo de El Sol de Durango sobre la situación que le impidió a ella crecer de manera normal, y es que se trató de un problema de salud que a partir de su primer año de edad, le impidió continuar desarrollando su estatura.
“Es de la columna vertebral, su posición no fue la adecuada, y no dejó que pudiera crecer normalmente. Ésta es la estatura que Dios me dio. Al año deje de crecer, y me mantuve al margen, que me conocieran, que vieran cómo soy”.
En su primer matrimonio Hernández Guevara procreó tres hijos, uno de ellos falleció; está orgullosa de ellos, porque asegura que son gente trabajadora y de bien, y lo mismo pasa con sus nietos. “Estoy muy orgullosa de mi familia, la verdad”.
En tanto, cuenta que es su esposo quien la alimenta de alegría, pues es un hombre divertido; aunado a que ella siempre trae encendida su música.
“Soy alegre, es que lo que tenemos lo traemos por dentro y hay que demostrar por fuera lo que sentimos. Soy alegre, estoy viva, siento, debo tener mucha actividad, creatividad. Alegre porque le doy gracias a Dios, a la vida”.
Aunque ella lleva una vida feliz, disfruta a su familia y está orgullosa de sus hijos, valora y le gusta su labor en el Ayuntamiento, hay gente que a decir de la propia “Patito” no conocen de respeto.
“En todos lados se burlan de uno, se admiran de uno, pero pues yo, a los años que tengo no debo enojarme. Me pongo a pensar, ¿por qué me hacen esto?, somos seres humanos que sentimos. Se debe valorar a cada persona como está, tal como esté”.
Dice, sería bueno que el resto de la gente se diera cuenta que pese a su estatura, nunca se ha limitado, sale adelante, trabaja, y lleva una vida normal.
“Yo misma me admiro, porque sí, a veces amanezco adolorida”, uno de los problemas para sus brazos son los autobuses de ruta, mismos que usa como su transporte, pero al estar altos, le demandan mayor fuerza para empujarse y pude subir.
De manera constante ha sido víctima de discriminación, incluso en el ámbito laboral, donde no la aceptaban al ver que era chiquita, o la contrataban pero al año aproximadamente la despedían.
Así, luchando por encontrar una fuente de ingresos, “anduve de pepenadora, juntando cartón, material de reciclaje, de ahí me fui a una rosticería, a un almacén farmacéutico, y a una empresa de limpieza. Me recortaban, siempre era yo la primera despedida, pero de ahí me vine aquí a Servicios Públicos Municipales”.