El crecimiento económico sin justicia es una regresión de la humanidad; si la economía rige la vida material de las personas, su vida valoral y axiológica, su conducta se va materializando también, por eso es extraordinariamente valioso lo que está intentando la 4-T.
El libro Hacia una economía moral de Andrés Manuel López Obrador tiene la virtud de que esclarece de manera nítida cómo la política se fue transformando en el principal negocio de algunos grupos y pandillas que se fueron apoderando de las instituciones en México y han construido monumentos a la avaricia que nos ha llevado a calamidades de inequidad social tan acentuada que tenemos más de 50 millones de mexicanos pobres.
Así disecciona el profesor Federico Mejía Hernández -premio Noma de la UNESCO- la aportación central del más reciente libro del Presidente de México y esclarece el concepto contenido en la propuesta de lo que se denomina economía moral, en entrevista con El Sol de Durango, y reconoce que la actual transformación que vive nuestro país tiene como uno de los objetivos el desnudar y hacer a un lado esa voracidad -tan alejada de principios éticos- de que ha sido víctima nuestro país en el sector público y en el manejo del erario sometido a los poderes fácticos económicos que prevalecían.
El aporte central de Hacia una economía moral
Para el docente, quien es egresado de licenciatura en Matemática Educativa en la Educación Normal Superior de Durango, con dos maestrías –en Educación Media y en Administración Educativa-, uno de los aportes principales del último libro de Andrés Manuel López Obrador es el enfoque para interpretar la realidad de nuestra Patria: “revisa, analiza e interpreta desde una perspectiva eminentemente social. Cada uno de los hechos que tienen que ver con el desarrollo de nuestro país, el análisis y el diagnóstico que hace en cada una de las situaciones, en cada una de las caras de todo el poliedro nacional, tiene un enfoque muy social, desde la perspectiva de todos, no con el enfoque específico de quien ostenta un rol determinado en esos procesos sociales”.
Mejía Hernández agrega que el libro tiene la virtud de que esclarece de manera nítida cómo la política se fue transformando en el principal negocio de algunos grupos y pandillas que se fueron apoderando de las instituciones en general en México, incluyendo en éstas a los partidos, que olvidaron sus ideologías y principios partidarios y se convirtieron en centros de negocios, tanto en la arbitraria distribución de cargos públicos como en la manera tan irresponsable de manejar el erario en general.
“El redescubrir esto para exponerlo de una manera didáctica es uno de los méritos que tiene este libro que debieran de leer todos los mexicanos”, señala.
Interrogado en torno al concepto de economía moral planteado por el Presidente en el libro publicado por editorial Planeta, Mejía responde que en los procesos económicos un principio básico es que en una transacción económica “hay uno que gana y uno que pierde” y en México esto se llevó a la política y a las instituciones como plataforma para hacer negocios, y sometido el gobierno a intereses de orden económico se ha hecho de una forma tan desmedida.
“Es evidente que un comerciante tiene derecho a tener una ganancia por su actividad, un industrial tiene derecho a una ganancia por transformar la materia prima en un producto, pero esto que pudiese ser natural a la manera tan descomunal como han ocurrido las cosas, se ha llegado el extremo de que incluso 25 mexicanos forman parte de la lista de Forbes como los más ricos del mundo, “qué vergüenza”, exclama.
La avaricia nos ha llevado a calamidades
Y, apunta que ante estos monumentos a la avaricia “nos ha llevado a calamidades de inequidad social tan acentuada que tenemos más de 50 millones de mexicanos pobres, más de 10 millones de mexicanos que ni siquiera en esas medidas estandarizadas del imperio tienen como un ingreso anual promedio de un dólar diario; esto hace pensar que es tal la voracidad que han sido excluídos por completo los principios éticos”.
Refiere que desde la Revolución Industrial se planteaba que el desarrollo industrial fuera aparejado al desarrollo de la sociedad, y las compañías más grandes del mundo se fijaron códigos éticos buscando el bienestar de sus trabajadores, y aquí por ejemplo en México uno de los preceptos constitucionales habla del derecho a una distribución de utilidades cada año, empero “este pensamiento manifestado a través de la historia en México quedó en el caño”.
Y, acota: “Una economía moral como intenta traducirla el Presidente, es aquella en la que efectivamente haya libertad para trabajar, para invertir, para comercializar pero que no esté alejada de valores humanos fundamentales ya que el crecimiento económico sin justicia es una regresión de la humanidad”.
Por ello, señala Mejípa Hernández que cuando ahora los ricos se quejan de que el índice de crecimiento económico se está estancando con la 4-T, es un error conceptual absoluto; “ellos son los que han dejado de crecer, pero el crecimiento económico no tiene que ver con el bienestar de la población, el índice de crecimiento económico es un número y ese se sustenta en indicadores que ninguno de ellos habla de la distribución de la riqueza”.
En este sentido define que una economía moral sería aquella en la que la distribución de la riqueza no tuviese una zanja tan grande como muestra la inequidad actual, en donde hubiese un sentido social y sería aquella que tenga como fin último al ser humano, no como fin la acumulación de riqueza.
La economía moral, factible
Aquí, se le pregunta al entrevistado: ¿Estamos en caminos de concretar esta economía moral, existen las bases suficientes para que pueda ser una realidad en nuestro país?
Responde: “La factibilidad depende de otros factores colaterales. En México más de la mitad de la población económicamente activa no tiene trabajo formal. Todas las actividades de orden informal son un reto muy alto para poder reordenar esa parte porque finalmente la gente anda luchando por su sobrevivencia”.
Y agrega que el otro gran reto es el del grupúsculo poderoso que vive bajo las líneas del gran imperio y no tiene el menor empacho en avasallar a la población acumulando riqueza, sin que se sonrojen. “Como no existe el sentido social, es el individualismo a ultranza que piensa que se es a partir de lo que se tiene”, puntualiza.
No obstante, reconoce que por primera vez tenemos a un hombre en México que encabeza retos de esta naturaleza.
“La moral económica tiene mucho que ver con la moral social y ésta ha sido mucho muy destruida; cuando el ciudadano ve que su gobernante tiene años robando con tanta impunidad, ocurre un mimetismo singular, empieza a buscar conductas similares, en las oficinas desparecen los rollos de papel de los sanitarios, de los escritorios de la burocracia desaparecen los lápices, esto permea en todos los niveles”, ejemplifica.
De ahí a que considera que este tránsito es un reto colosal porque la conducta amoral, o la falta de valores, ha permeado en toda la población.
“Si la economía rige la vida material de las personas, su vida valoral y axiológica, su conducta se va materializando también. Por eso es extraordinariamente valioso lo que está intentando la 4-T”, conceptualiza.
Y aquí trae otro ejemplo: En la pirámide de Maslow acerca de los intereses del ser humano y sus necesidades, está en la parte de abajo la comida, y en la parte superior la realización humana en términos de cómo encontrar la felicidad. “Pasó por aquí la casa, el vestido, el sentido de pertenencia, el sexo, toda la parte en cuanto a valores situado en el punto de vista de las motivaciones del ser humano y sus necesidades. Si la primera es comer, ¿Cómo hacer que una economía moral pueda desaparecer la desnutrición, que haya seguridad en la alimentación de la población?”, interroga.
Refiere que el gobierno de México abandonó el campo, la producción de alimentos, y hoy “nos están dominando por la cocina, estamos comiendo lo que el imperio quiere que comamos, con el contubernio de un gobierno de México que llegó a decir que era más barato comprar a Estados Unidos que producir. Ahora hasta el maíz compramos”.
De ahí a que una economía moral tendría que ver a partir de esta relación de cómo asegurar el alimento y el vestido de toda la población.
“Ese es un reto extraordinario porque hay que imponerle al gobierno nuevas formas de proceder”, precisa y apunta que sí tiene viabilidad en la medida en la que esto tenga fuerza social, “el Presidente sin la fuerza social no va a poder; por fortuna hasta ahora la tiene como ningún Presidente”.
No obstante, advierte que esta fuerza social debe estar articulada porque el poder de los grupos oligárquicos “es tan alto y tan falto de ética y moral y tan ajeno al interés colectivo, al interés social, que permanentemente está actuando en contra del Presidente”.
La riqueza empieza a tener otro criterio
“Andrés Manuel habla de una 4-T, las tres anteriores fueron beligerantes, ocurrieron a través de hechos violentos, de guerras; la 4-T por parte de esta sociedad que empuja a su Presidente la intención es hacerla de manera pacífica. La contraparte dudo hasta dónde va a resistir pacíficamente, hasta qué punto lo van a resistir de forma pacífica”, señala con preocupación.
Y en este proceso, expone Mejía Hernández que ha habido algunas voces que dicen que el Presidente contrapone a la sociedad mexicana, y ello “es totalmente lo contrario, es ese otro grupo poderoso que está permanentemente difundiendo consignas en contra del Presidente, con insultos a falta de argumentos, ajenas a la realidad y sumamente mentirosas”.
“La riqueza nacional era distribuida en pocas familias, las que ahora juzgan porqué el Presidente reparte tanto dinero. El dolor es ese, es el dinero que antes agarraban y ahora va para la población; no se dan cuenta que a través de esto se va a fortalecer el mercado interno”.
Enlista: hoy tenemos 10 millones de estudiantes becados, 8 millones de adultos mayores percibiendo su pensión, un millón de en el programa de Jóvenes Construyendo el Futuro, un millón de personas con discapacidad con apoyo económico y 200 mil productores en el programa Sembrando Vida en actividades productivas.
“La riqueza empieza a tener otro criterio para su distribución”, sintetiza.
Y todo ello, aclara, sin que esté sacando el dinero de la bolsa grande que el Fondo Monetario Internacional siempre tiene abierta, sin deuda, sin incrementar impuestos, sin nuevos impuestos, “hay formas más responsables de cómo manejar la economía con un sentido moral que tiene que ver con un sentido social, de búsqueda de justicia”.
Finalmente, acredita que otro reto fuerte que tiene Andrés Manuel López Obrador es el de “los miles de políticos mexicanos que participan en mandos intermedios dentro de la estructura política-administrativa porque las instituciones lamentablemente se partidizaron, no han atendido su llamado ni su instrucción, lo ven blando, como no castiga no lo han secundado”.
“El principio de austeridad en el comportamiento del Estado no lo han seguido”, advierte.
Y, ejemplifica finalmente: en Durango hay cerca de 300 personas que ganan más que el Presidente en el aparato gubernamental. “Este gobierno nunca ha hecho una sola acción que tenga que ver con revisar la Ley Orgánica de la Administración Pública con sus diagramas de organización y sus tabuladores de salarios, hay una incongruencia absoluta, crean los puestos que quieren, ponen los sueldos que quieren, al margen de la ley y el legislativo local jamás se mete en esos asuntos porque forma parte de esos beneficios. Es algo muy lamentable”.