Cuenta la leyenda que… una mujer salió de su tumba en el Panteón de Oriente

"Al llegar a la esquina, vi a una mujer hermosa vestida de negro; no pude discernir su rostro, ya que ella miraba hacia el este y yo me acercaba desde el oeste (...) se movía como si flotara, sin hacer ruido"

Perla Rodríguez / El Sol de Durango

  · miércoles 16 de octubre de 2024

Ésta historia habría ocurrido en los años 70's, con don Jesús de la Torre Rodríguez / Foto: León Alvarado / El Sol de Durango

En la década de los 70, don Jesús de la Torre Rodríguez, conocido por su honradez, solía contar cómo había comenzado a trabajar en el Panteón de Oriente desde su juventud. Comenzó como peón de raya y, más tarde, ascendió a peón de nómina. A pesar de su experiencia, aseguraba no tenerle miedo a los muertos, pues creía que su presencia era inofensiva. "Están hechos de ilusión", repetía con convicción.

Contó que una tarde, mientras realizaban la exhumación de un cuerpo para dar paso a uno nuevo, trabajaron arduamente levantando pesados monumentos. “Teníamos que dejar todo listo para las 10:00 de la mañana siguiente. Esa noche, la inquietud me invadió, y los sueños de enormes rocas cayendo sobre mí y mis compañeros me mantuvieron despierto”.

Ésta historia habría ocurrido en los años 70's, con don Jesús de la Torre Rodríguez / Foto: León Alvarado / El Sol de Durango

Despertó a las 5:00 de la mañana, y según narra, viviendo cerca en la calle Libertad, decidí caminar hacia el panteón. Al llegar a la esquina, vi a una mujer hermosa vestida de negro. No pude discernir su rostro, ya que ella miraba hacia el este y yo me acercaba desde el oeste. A medida que me acercaba, noté que se movía como si flotara, sin hacer ruido.

Entró en el cementerio por el camino principal que conducía a la capilla, y se dirigió a la tumba en la que había estado trabajando. En un principio pensé que se trataba de una broma o de un intento de vandalismo, así que intenté tocarla, pero al hacerlo, mis dedos se encontraron con una bruma que se desvaneció en el aire.

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Con el corazón en la garganta, decidí tranquilizarme y concentrarme en mi trabajo. No quería defraudar ni al municipio ni a mi familia. Cuando llegaron mis compañeros, no mencioné lo sucedido, aunque notaron mi nerviosismo. Al inhumar el nuevo cuerpo, reconocí a la mujer: era la misma que había visto minutos antes.

Ésta historia habría ocurrido en los años 70's, con don Jesús de la Torre Rodríguez / Foto: León Alvarado / El Sol de Durango


Les pedí que fueran a buscar agua y herramientas, con la intención de quedarme a solas con el cadáver. Elevé una oración por el descanso eterno de esa alma, y cuando mis compañeros regresaron, terminamos de preparar la tumba, respetando la memoria de la difunta.

A plena luz del día, se acercó otra mujer, con vestimenta similar pero visiblemente más joven. Me sobresalté, pero al mirarla bien, comprendí que era la hija de la difunta. Agradeció a cada uno de nosotros con un pago por haber respetado a su madre. En ese momento, entendí que la difunta solo deseaba ver a su hija una vez más antes de volver a su descanso eterno.