GÓMEZ PALACIO, Dgo. (OEM).-La feligresía de la Diócesis de Gómez Palacio llora la partida de quien fuera su segundo obispo, Monseñor José Fortunato Álvarez Valdez, quien fue sepultado en una de las capillas ubicada a la entrada de la Catedral de Nuestra Señora de Guadalupe, la misa de despedida fue presidida por el Arzobispo de Durango, José Antonio Fernández Hurtado.
Debido a que la catedral de Guadalupe pueden ingresar un aproximado de mil personas, el recinto católico registró hasta mil 200, de ahí que se instalaron dos pantallas gigantes en los pasillos externos en la que cada uno recibió cerca de 500 personas, sin embargo, aún esto fue insuficiente, debido a hubo personas que desde afuera presenciaron la eucaristía para darle el último adiós a Fortunato Álvarez.
El encargado de dar la homilía, fue el vicario general de la Diócesis de Gómez Palacio, padre Julio Carrillo Gaucín quien recordó con voz entrecortada el trayecto y trabajo de Monseñor José Fortunato Álvarez, pero no resistió la tristeza y las lagrimas salieron a relucir, por lo que finalmente dijo “si Monseñor Fortunato, misión cumplida, por eso Dios te llamó, descansa en paz”.
Además del Arzobispo de Durango, acudieron más de 102 sacerdotes que pertenecen a la misma Diócesis que abarca Gómez Palacio, la vecina ciudad de Torreón, Coahuila y de Mexicali, Baja California; así como los familiares que llegaron desde la mencionada ciudad fronteriza.
Tras ser velado toda la noche en la misma catedral, los católicos se volvieron a reunir para la misa exequial e inhumación del Obispo Fortunato Álvarez. La ceremonia dio inicio a las 12:00 horas del de este sábado y concluyó a las 13:40 horas, inmediatamente se procedió al sepelio en la misma catedral.
El féretro fue trasladado desde el altar hasta la capilla, la feligresía no se movió de su lugar, pues mientras llegaba a lo que fue su última morada, la tristeza los embargaba, sin embargo, rezaban plegarias pidiendo a Dios por el descanso eterno de monseñor José Fortunato Álvarez.
Por último, el padre Julio Carrillo dijo, “Monseñor Fortunato Álvarez, siempre tendió la mano y dio una palabra a quien lo necesitaba, fue humilde y un siervo de Dios que se entregó y fue un gran ejemplo de sencillez, por eso Dios nos dio un gran regalo con la presencia del obispo Álvarez Valdéz de quien puedo decir, misión cumplida, que en paz descanses”.