/ martes 8 de octubre de 2019

Dañadas, áreas del templo de Analco

Gaona Moreno, narra con detalle para los lectores de El Sol de Durango, la trascendencia cronográfica que tiene para la capital Duranguense

Como una noble señora decrépita, venida a menos económicamente, a pesar de su importancia histórica y religiosa, puesto que se trata de la matriz eclesiástica y civil de Durango, visualiza al templo de San Juan Bautista de Analco el párroco, Jesús Gaona Moreno.

Gaona Moreno, narra con detalle para los lectores de El Sol de Durango, la trascendencia cronográfica que tiene para la capital Duranguense y para toda la entidad, este templo, cuyos muros y techumbre se encuentran en pésimas condiciones y a punto del derrumbe, en tanto que autoridades de todos los niveles miran con abulia una estructura centenaria.

El punto ubicado prácticamente en el corazón del barrio de Analco, históricamente ha sido un sitio visitado por el turismo.

No obstante, virtud seguramente del impulso que autoridades le han impreso al tema turístico, esta obra de arte de estilo arquitectónico neoclásico, es cada vez más visitada y le es común ahora recibir gente proveniente de otras partes del mundo que, en algunos casos sorprende, porque conocen más del inmueble que muchos duranguenses.

Para la precisión de su importancia histórica, con base en datos que expone Javier Guerreo, el Cronista de la Ciudad, hay que anotar que la misión de Analco fue el asentamiento español más antiguo del Valle del Guadiana. Se ubica entre 1558 y 1561, antes de la fundación de la ciudad de Durango.

También, que no hay vestigios físicos de aquella misión del siglo XVI, y que se conserva solo parte de la antigua misión del siglo XVII, que corresponde ahora a la capilla de nuestra Señora de Loreto.

La nave principal del templo actual, cúpula y torre fueron construidos en la segunda mitad del siglo XIX por Jesús y Matías Montoya, padre y tío de Benigno Montoya.

De igual manera vale anotar que en el sentido estricto, la misión y luego pueblo de indios de Analco, se integró a la ciudad de Durango hasta el siglo XIX, por lo que la fundación de la ciudad en 1563 se debe de considerar independiente de Analco.

Como antes se indica, a pesar de su interés histórico, este antiguo inmueble se está cayendo, presenta fracturas severas en su estructura principal, goteras en su techos, algunos a punto de venirse abajo, cosa que no ha ocurrido porque están apuntalados.

Gaona Moreno, quien durante los últimos seis años se ha dedicado a levantar un edificio que encontró casi en ruinas, afronta en la ruta de la reconstrucción, dos dificultades principales, relativas a las reglas que impone el Instituto Nacional de Antropología e Historia –INAH- y la falta de recursos.

Aunque parezca increíble, los arreglos que han consolidado, tienen como base el apoyo que personas de buena voluntad, algunas con posibilidades económicas importante, otras no tanto, como algunos albañiles que no solamente de manera desinteresada aportan además de su trabajo, algo de materiales y lo extraordinario, es que se trata de gente proveniente de otras partes, principalmente de Zacatecas.

El clérigo, no obstante la falta de dinero, con lo poco que recauda de limosnas y la ayuda de personas caritativas, ha intentado avanzar en la restauración, empero, al INAH se lo ha impedido. Sucede que este Instituto, exige para poder hacer obra, aplicar técnicas de hace dos siglos.

Un benefactor se ofreció a rehabilitar la puerta principal, que está siendo carcomida por plaga de polilla. El Instituto en cuestión, simplemente emitió una negativa para intervenir y la madera sigue en deterioro.

La casa sacerdotal está en condiciones lastimosas. Los muros antiguos de adobe a punto del colapso. Techos que gotean y tienen que ser reforzados con puntales para mantenerlos. Algunas puertas no se abren porque el peso de los muros las ha vencido.

No obstante pues la desatención de autoridades, el párroco Gaona no se da por derrotado y hace por mantener el inmueble. En el caso de la cúpula principal, aunque se ha impermeabilizado su entorno, tiene fracturas evidentes en su estructura, filtraciones.

El entrevistado señala con tristeza que ve el templo como “una noble señora, decrépita, venida a menos económicamente”.

Esto, no obstante su trascendencia en la vida de Durango y los duranguenses.

Jesús Gaona ha pedido el apoyo de las autoridades hasta el cansancio, como él lo dice, hasta 20 mil veces, con igual número de negativas.

Alguna ocasión habló para solicitar apoyo con el Secretario de Obras Públicas del Estado, Arturo Salazar. Le prometió ayuda y lo canalizó con un subsecretario, el subsecretario lo envió con un jefe de área y el jefe de área con el albañil que sí se apersonó en Analco, dio cuenta de las malas condiciones de esa casa y así lo reconoció, como reconoció también que él no podía hacer nada.

Salazar Moncayo jamás volvió a contestar el teléfono.

En alguna ocasión José Ramón Enríquez, entonces alcalde, fue padrino de primera comunión. Se acercó el párroco y le planteó la situación. Igualmente lo canalizó con la asistente, quien en las llamadas telefónicas posteriores le informó que el jefe de la comuna estaba en reunión y muy ocupado.

Respecto al nuevo alcalde, Jorge Salum, por cierto su ex alumno en el C.C.H., desconoce qué esperar. No lo ha visto. Sí espera pronto tener un encuentro con él y de hecho está buscando una audiencia.

En tanto, ha establecido contacto con la doctora Cristina Artigas, presidenta de la Asociación para la Protección de Monumentos Históricos, con sede en la Ciudad de México. Todo indica que hay alguna posibilidad de que intervenga para abonarle de alguna manera a la recuperación del vetusto inmueble.

Jesús Gaona Moreno, lamenta la circunstancia, a pesar de que en Analco nació la ciudad de Durango, constituye la matriz religiosa y civil de esta capital.

Proyecta que no se vence y que seguirá su lucha por mantener en pie el inmueble hasta donde las fuerzas le den.

Como una noble señora decrépita, venida a menos económicamente, a pesar de su importancia histórica y religiosa, puesto que se trata de la matriz eclesiástica y civil de Durango, visualiza al templo de San Juan Bautista de Analco el párroco, Jesús Gaona Moreno.

Gaona Moreno, narra con detalle para los lectores de El Sol de Durango, la trascendencia cronográfica que tiene para la capital Duranguense y para toda la entidad, este templo, cuyos muros y techumbre se encuentran en pésimas condiciones y a punto del derrumbe, en tanto que autoridades de todos los niveles miran con abulia una estructura centenaria.

El punto ubicado prácticamente en el corazón del barrio de Analco, históricamente ha sido un sitio visitado por el turismo.

No obstante, virtud seguramente del impulso que autoridades le han impreso al tema turístico, esta obra de arte de estilo arquitectónico neoclásico, es cada vez más visitada y le es común ahora recibir gente proveniente de otras partes del mundo que, en algunos casos sorprende, porque conocen más del inmueble que muchos duranguenses.

Para la precisión de su importancia histórica, con base en datos que expone Javier Guerreo, el Cronista de la Ciudad, hay que anotar que la misión de Analco fue el asentamiento español más antiguo del Valle del Guadiana. Se ubica entre 1558 y 1561, antes de la fundación de la ciudad de Durango.

También, que no hay vestigios físicos de aquella misión del siglo XVI, y que se conserva solo parte de la antigua misión del siglo XVII, que corresponde ahora a la capilla de nuestra Señora de Loreto.

La nave principal del templo actual, cúpula y torre fueron construidos en la segunda mitad del siglo XIX por Jesús y Matías Montoya, padre y tío de Benigno Montoya.

De igual manera vale anotar que en el sentido estricto, la misión y luego pueblo de indios de Analco, se integró a la ciudad de Durango hasta el siglo XIX, por lo que la fundación de la ciudad en 1563 se debe de considerar independiente de Analco.

Como antes se indica, a pesar de su interés histórico, este antiguo inmueble se está cayendo, presenta fracturas severas en su estructura principal, goteras en su techos, algunos a punto de venirse abajo, cosa que no ha ocurrido porque están apuntalados.

Gaona Moreno, quien durante los últimos seis años se ha dedicado a levantar un edificio que encontró casi en ruinas, afronta en la ruta de la reconstrucción, dos dificultades principales, relativas a las reglas que impone el Instituto Nacional de Antropología e Historia –INAH- y la falta de recursos.

Aunque parezca increíble, los arreglos que han consolidado, tienen como base el apoyo que personas de buena voluntad, algunas con posibilidades económicas importante, otras no tanto, como algunos albañiles que no solamente de manera desinteresada aportan además de su trabajo, algo de materiales y lo extraordinario, es que se trata de gente proveniente de otras partes, principalmente de Zacatecas.

El clérigo, no obstante la falta de dinero, con lo poco que recauda de limosnas y la ayuda de personas caritativas, ha intentado avanzar en la restauración, empero, al INAH se lo ha impedido. Sucede que este Instituto, exige para poder hacer obra, aplicar técnicas de hace dos siglos.

Un benefactor se ofreció a rehabilitar la puerta principal, que está siendo carcomida por plaga de polilla. El Instituto en cuestión, simplemente emitió una negativa para intervenir y la madera sigue en deterioro.

La casa sacerdotal está en condiciones lastimosas. Los muros antiguos de adobe a punto del colapso. Techos que gotean y tienen que ser reforzados con puntales para mantenerlos. Algunas puertas no se abren porque el peso de los muros las ha vencido.

No obstante pues la desatención de autoridades, el párroco Gaona no se da por derrotado y hace por mantener el inmueble. En el caso de la cúpula principal, aunque se ha impermeabilizado su entorno, tiene fracturas evidentes en su estructura, filtraciones.

El entrevistado señala con tristeza que ve el templo como “una noble señora, decrépita, venida a menos económicamente”.

Esto, no obstante su trascendencia en la vida de Durango y los duranguenses.

Jesús Gaona ha pedido el apoyo de las autoridades hasta el cansancio, como él lo dice, hasta 20 mil veces, con igual número de negativas.

Alguna ocasión habló para solicitar apoyo con el Secretario de Obras Públicas del Estado, Arturo Salazar. Le prometió ayuda y lo canalizó con un subsecretario, el subsecretario lo envió con un jefe de área y el jefe de área con el albañil que sí se apersonó en Analco, dio cuenta de las malas condiciones de esa casa y así lo reconoció, como reconoció también que él no podía hacer nada.

Salazar Moncayo jamás volvió a contestar el teléfono.

En alguna ocasión José Ramón Enríquez, entonces alcalde, fue padrino de primera comunión. Se acercó el párroco y le planteó la situación. Igualmente lo canalizó con la asistente, quien en las llamadas telefónicas posteriores le informó que el jefe de la comuna estaba en reunión y muy ocupado.

Respecto al nuevo alcalde, Jorge Salum, por cierto su ex alumno en el C.C.H., desconoce qué esperar. No lo ha visto. Sí espera pronto tener un encuentro con él y de hecho está buscando una audiencia.

En tanto, ha establecido contacto con la doctora Cristina Artigas, presidenta de la Asociación para la Protección de Monumentos Históricos, con sede en la Ciudad de México. Todo indica que hay alguna posibilidad de que intervenga para abonarle de alguna manera a la recuperación del vetusto inmueble.

Jesús Gaona Moreno, lamenta la circunstancia, a pesar de que en Analco nació la ciudad de Durango, constituye la matriz religiosa y civil de esta capital.

Proyecta que no se vence y que seguirá su lucha por mantener en pie el inmueble hasta donde las fuerzas le den.

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