/ viernes 6 de marzo de 2020

El machismo mutó, pero sigue vigente entre los mexicanos

Ahora se le conoce como “micromachismo” y aunque las circunstancias han cambiado, las acciones de menospreciar la valía de una mujer persisten en el siglo 21

La figura del machismo en la sociedad mexicana se ha transformado al paso de las últimas décadas y el hoy denominado “micromachismo” persiste en una sociedad que ha cambiado. Una donde las mujeres exigen equidad en las funciones más importantes del país, precisó el sociólogo, catedrático de la Universidad Pedagógica de Durango, Juan Antonio Mercado Piedra.

Precisó que pensadores y sociólogos de los años 60, escribieron sobre los cambios en conceptos relacionados con la conducta global, como Zygmunt Bauman, Pierre Bourdieu o Noam Chomsky, quienes plasmaron el impacto de las tendencias del comportamiento del individuo.

De tal forma, el machismo ya no tiene ni representa los conceptos que se tenían en el siglo 18 y 19, incluso de las primeras décadas del 20. Y es que anteriormente las mujeres no contaban, se les trataba de ornamento, eran objetos en el entorno social y estaban muy lejos de las tomas de decisiones en sus comunidades, no contaban sus ideales.

En el Porfiriato por ejemplo, las mujeres fungían como damas de compañía, mientras que las de escasos recursos vivían un sometimiento estricto y las mujeres de la aristocracia solo podían aspirar a aprender sobre modales, literatura y cultura general para poder estar en las pláticas aristocráticas, pero aún lejos de la toma de decisiones.

Posteriormente, el machismo ya en pleno siglo 20 y con estereotipos de dictadura en la estructura familiar, tenía que ver con la formación del hombre en esos tiempos. Al machista lo formaba la mujer, pues hay que recordar que en México se vive en una autoridad matriarcal y quienes daban la autoridad a ese individuo en ese periodo, eran las propias mujeres, mismas quienes catalogaron al hombre como el que tomaba todas las decisiones, que tenía que llevar sustento a su casa, y quien imponía las reglas, al final representaban la figura predominantes en la familia.

Las nuevas ideologías surgidas y difundidas por nuevos sociólogos y pensadores, específicamente en los años 60 en Francia, con personajes como Simone de Beauvoir, iniciaron el movimiento de la liberación femenina, y los conceptos comenzaron a cambiar, dado que hubo una lucha fuerte para que las mujeres obtuvieran el derecho que les corresponde a espacios públicos y por ende en el rol familiar.

Iniciaron entonces movimientos en todo el mundo, sobre todo en Europa, donde exigieron paridad en decisiones sobre aspectos primordiales para el desarrollo social, político y económico de sus países. De tal forma, que la mujer ya no se dejó someter al autoritarismo masculino, se extendieron ideales más allá de aspectos económicos, sino de roles sociales, de preferencias sexuales, y esta parte fue segregando al machismo principalmente en Europa y Estados Unidos, para después extenderse a otros sitios.

Ahora, en el siglo 21, el machismo ha mutado nuevamente, pues al promover nuevos movimientos, las mujeres demuestran lo importante que son en la sociedad, además de exigir que se frenen los feminicidios, mismos que en su mayoría tienen connotaciones sexuales, de tal forma que hoy se acuña “micromachismo”, como la nueva tendencia del análisis de los roles de los sexos en la sociedad actual.

El micromachismo tiene sus características y acciones, que la mayoría de las veces pasan desapercibidas por ser intuitivas, como el tratar a las niñas como princesas, asignarles colores específicos, asignarles tipos de ropa específica, o características de comportamiento; mientras que los niños son tratados como inteligentes y príncipes azules. El solo hecho de darles mayores libertades que a las niñas por el simple hecho de ser hombres, es una cuestión cultural que también se va transformando, pues no hay que olvidar que la mujer tiene la misma intelectualidad que el hombre y las mismas disposiciones para pensar.

Antonio Mercado, indicó que hay categorías de micromachismo, tal es el caso de la utilitaria, que afecta en las cuestiones domésticas, como cocinar y lavar la ropa; actividades que encasilla como exclusivas para mujeres delatan aspectos muy marcados de micromachismo, ya que los dos géneros tienen la opción de realizar estas tareas.

Otra categoría es el encubrimiento que está relacionado con la paternidad, como decir que la mujer es sensible para atender a niños y niñas, cuando los dos pueden tener aspectos de sensibilidad. Así como el aspecto de crisis, cuando se rompen desigualdades, con frases como “tú sabes lo que haces” o “no me importa lo que hagas, porque se hace lo que yo digo”. También está la categoría coercitiva que es la más fuerte, porque es la moral y física como el que una mujer soporte un desplante o un golpe leve, cuando se trata de una agresión.

El micromachismo se puede evitar, a través de la conciencia del propio hombre, el cual debe ser autocrítico, y entender que muchas actividades se pueden compartir en lo social con las mujeres. También es importante educar más sobre equidad de género, pues sólo así se puede mejorar como sociedad ante la globalización.

La figura del machismo en la sociedad mexicana se ha transformado al paso de las últimas décadas y el hoy denominado “micromachismo” persiste en una sociedad que ha cambiado. Una donde las mujeres exigen equidad en las funciones más importantes del país, precisó el sociólogo, catedrático de la Universidad Pedagógica de Durango, Juan Antonio Mercado Piedra.

Precisó que pensadores y sociólogos de los años 60, escribieron sobre los cambios en conceptos relacionados con la conducta global, como Zygmunt Bauman, Pierre Bourdieu o Noam Chomsky, quienes plasmaron el impacto de las tendencias del comportamiento del individuo.

De tal forma, el machismo ya no tiene ni representa los conceptos que se tenían en el siglo 18 y 19, incluso de las primeras décadas del 20. Y es que anteriormente las mujeres no contaban, se les trataba de ornamento, eran objetos en el entorno social y estaban muy lejos de las tomas de decisiones en sus comunidades, no contaban sus ideales.

En el Porfiriato por ejemplo, las mujeres fungían como damas de compañía, mientras que las de escasos recursos vivían un sometimiento estricto y las mujeres de la aristocracia solo podían aspirar a aprender sobre modales, literatura y cultura general para poder estar en las pláticas aristocráticas, pero aún lejos de la toma de decisiones.

Posteriormente, el machismo ya en pleno siglo 20 y con estereotipos de dictadura en la estructura familiar, tenía que ver con la formación del hombre en esos tiempos. Al machista lo formaba la mujer, pues hay que recordar que en México se vive en una autoridad matriarcal y quienes daban la autoridad a ese individuo en ese periodo, eran las propias mujeres, mismas quienes catalogaron al hombre como el que tomaba todas las decisiones, que tenía que llevar sustento a su casa, y quien imponía las reglas, al final representaban la figura predominantes en la familia.

Las nuevas ideologías surgidas y difundidas por nuevos sociólogos y pensadores, específicamente en los años 60 en Francia, con personajes como Simone de Beauvoir, iniciaron el movimiento de la liberación femenina, y los conceptos comenzaron a cambiar, dado que hubo una lucha fuerte para que las mujeres obtuvieran el derecho que les corresponde a espacios públicos y por ende en el rol familiar.

Iniciaron entonces movimientos en todo el mundo, sobre todo en Europa, donde exigieron paridad en decisiones sobre aspectos primordiales para el desarrollo social, político y económico de sus países. De tal forma, que la mujer ya no se dejó someter al autoritarismo masculino, se extendieron ideales más allá de aspectos económicos, sino de roles sociales, de preferencias sexuales, y esta parte fue segregando al machismo principalmente en Europa y Estados Unidos, para después extenderse a otros sitios.

Ahora, en el siglo 21, el machismo ha mutado nuevamente, pues al promover nuevos movimientos, las mujeres demuestran lo importante que son en la sociedad, además de exigir que se frenen los feminicidios, mismos que en su mayoría tienen connotaciones sexuales, de tal forma que hoy se acuña “micromachismo”, como la nueva tendencia del análisis de los roles de los sexos en la sociedad actual.

El micromachismo tiene sus características y acciones, que la mayoría de las veces pasan desapercibidas por ser intuitivas, como el tratar a las niñas como princesas, asignarles colores específicos, asignarles tipos de ropa específica, o características de comportamiento; mientras que los niños son tratados como inteligentes y príncipes azules. El solo hecho de darles mayores libertades que a las niñas por el simple hecho de ser hombres, es una cuestión cultural que también se va transformando, pues no hay que olvidar que la mujer tiene la misma intelectualidad que el hombre y las mismas disposiciones para pensar.

Antonio Mercado, indicó que hay categorías de micromachismo, tal es el caso de la utilitaria, que afecta en las cuestiones domésticas, como cocinar y lavar la ropa; actividades que encasilla como exclusivas para mujeres delatan aspectos muy marcados de micromachismo, ya que los dos géneros tienen la opción de realizar estas tareas.

Otra categoría es el encubrimiento que está relacionado con la paternidad, como decir que la mujer es sensible para atender a niños y niñas, cuando los dos pueden tener aspectos de sensibilidad. Así como el aspecto de crisis, cuando se rompen desigualdades, con frases como “tú sabes lo que haces” o “no me importa lo que hagas, porque se hace lo que yo digo”. También está la categoría coercitiva que es la más fuerte, porque es la moral y física como el que una mujer soporte un desplante o un golpe leve, cuando se trata de una agresión.

El micromachismo se puede evitar, a través de la conciencia del propio hombre, el cual debe ser autocrítico, y entender que muchas actividades se pueden compartir en lo social con las mujeres. También es importante educar más sobre equidad de género, pues sólo así se puede mejorar como sociedad ante la globalización.

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