A pesar de que se trata de un inmueble histórico, con más de 130 años de historia tras su inauguración en el otoño de 1892, la primera estación de ferrocarril de la ciudad de Durango que dio la bienvenida aquel 12 de noviembre al primer tren que llegó a esta capital, hoy y desde hace muchos años, se encuentra en abandono, como un simple cascarón viejo.
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Se trata de la edificación que se ubica a espaldas de la segunda estación de ferrocarril de la ciudad, cuyo frente da hacia la avenida Felipe Pescador. Hoy en día, tras la construcción del moderno bulevar Estación Central o Manuel Gómez Morín, es visible y constituye un agradable espectáculo para propios y extraños.
Sin embargo, como antes se anota, el edificio luce en efecto como un cascarón, pues está hueco, no cuenta ni con agua potable ni con energía eléctrica, y si bien es cierto que constantemente se encuentra custodiada por personal de vigilancia privada, también lo es que el deterioro normal por los efectos naturales de los elementos, se hace evidente en su estructura.
Hace apenas algunos meses, en uno de sus muros se encontraba una placa metálica, colocada desde su inauguración el siglo antepasado, en la que por coincidencia, entre la información que consignaba –así, en tiempo pasado, porque ya fue robada-, era precisamente la altura sobre el nivel del mar del punto, 1892 metros.
Javier Guerrero Romero, cronista de la ciudad, destaca que la llegada del ferrocarril en 1892, que se registró precisamente teniendo como escenario este punto de la ciudad, en el que sobresalió el hermoso edificio en cantera de dos plantas, sobre una zona que entonces era el extremo norte de la mancha urbana, a escasa distancia del Cerro de Mercado, en un hecho permitió a Durango insertarse en el concierto de la economía, transformó el modo de vida de la población, rompió el aislamiento vivido durante siglos y le acercó a la floreciente economía mundial.
Lo anterior, consigna por tanto las dimensiones del mencionado inmueble que cuenta ya con 131 años de historia, y que hoy, de manera cotidiana, se ve rodeado de los lodos sobre su banqueta principal, como producto del incorrecto riego de agua, cuyos escurrimientos invaden la zona peatonal e impiden el paso libre de las personas que por necesidad o por gusto deambulan por esta zona que, como ya se indica, pudiera constituir una de las principales de atracción turística de la ciudad y que sin embargo, hoy se encuentra desatendida y por las noches, sus inmediaciones, lucen como auténtica boca de lobo, una vez que su alumbrado ha sido inhabilitado sobre todo por la acción de los amantes de lo ajeno que han vandalizado las instalaciones eléctricas de todo este sector.
Fue en el año de 1972, durante la administración del gobernador Alejandro Paez Urquidi y alcalde capitalino Maximiliano Silerio Esparza, se rehabilitó el edificio y precisamente en la parte posterior del mismo, se cita sobre cantera la leyenda: El Gobierno del Estado y el Ayuntamiento local dedican esta obra al desarrollo, progreso y esparcimiento del pueblo de Durango, como homenaje permanente a los fundadores de esta ciudad. Victoria de Durango, a 8 de Julio de 1972, Año de Juárez.
Yerbales y basura, crecimiento desordenado de árboles y en ocasiones hasta animales muertos, caracterizan hoy en día este lugar.