Durango, en el ámbito culinario, no es solamente gorditas y burros, pues se tiene una gran variedad de platillos que no se han identificado en la gastronomía; “nos hace falta una identidad, algo que nos identifique en el país y en el mundo”, afirmó el ex presidente de la Cámara Nacional de la Industria Restaurantera y Alimentos Condimentados (Canirac), Jorge Muñoz Guerrero, quien celebra que haya pasado ya aquella moda de comer alacranes, cuando por ejemplo la reliquia es única en la región.
- Te puede interesar: Éstas son las supersticiones más famosas en la cocina mexicana; ¿las habías escuchado?
En Durango se tiene una gran variedad de platillos “que nosotros mismos como duranguenses no hemos identificado como nuestra gastronomía; porque no somos solamente burros y gorditas, nos falta reconocer entre los mismos duranguenses qué es nuestra gastronomía, cuando tenemos una amplia gama de platillos, tales como el huevo perdido, la carne asada, la discada, los pipianes y hasta la misma reliquia”.
Reforzó que la reliquia, es única en Durango; “no la hay en otro lado”. Se trata de un platillo que se comparte en un marco religioso, en honor a algún santo, a alguna figura religiosa en agradecimiento por algún milagro; “se trata de un platillo conformado por varios, como el asado, los patoles y siete sopas. Luego, todo se mezcla. Sucede que como estos alimentos son para llevar, no se consumen en el lugar, entonces en el ajetreo ocurre una mezcla y así es como estamos acostumbrados a consumirla”.
En Durango hay algunos restaurantes que ofertan en sus menús una versión pequeña de la reliquia, y así ocurre, luego de que se sirve por separado, comensales acostumbran a mezclarlo; “a pesar de que se puede comer separado, la gente ya tiene la costumbre de mezclar”.
Tenemos pues en la entidad un sinfín de alimentos, que luego como los consumimos a diario en nuestras casas creemos que no es algo típico, reflexionó Muñoz Guerrero, quien subrayó: “en realidad un caldillo de papas con rajas y queso, es algo duranguense cien por ciento; unas papas con chile, un pipián verde o rojo”.
En Cuaresma en Durango se tiene una infinidad de alimentos como son las sopas de garbanzo, de lentejas, de habas, la capirotada de piloncillo o de leche, las torrejas; “todo eso es parte de nuestra gastronomía, pero a veces lo vemos comunes, incluso haciéndolos menos”.
Es que se tiene la costumbre que la gastronomía con mayor valor la constituyen los moles de Oaxaca o de Puebla, los chiles en nogada, la cochinita pibil del extremo sur del país; “sin embargo, en Durango tenemos un sinfín de platillos, diversos dependiendo de la zona del estado, incluyendo una variedad de alimentos preparados a partir de pescado de la propia entidad”.
Tenemos que reconocer entonces toda esa infinidad de platillos que son parte de nuestra gastronomía local, recalcó.
Respecto al caldillo duranguense explicó que sí lo busca la gente, pero “más bien porque nos lo han impuesto”. Considera que se consume más el asado. Luego, de los alacranes fritos, dijo que afortunadamente pasaron de moda, porque no eran parte de nuestra gastronomía; “no tenemos una historia culinaria con insectos como sí lo es en el sur o en el centro de México, donde se consumen desde la época Prehispánica”.
Los alacranes fueron un producto turístico que sí atrajo gente, aunque en realidad "nosotros como duranguenses no nos los comemos, más bien los matamos, no decimos que se nos antojó un taco luego de ver un arácnido caminando en la pared".