Para hacer vigente la herencia de sus abuelos que aquí reposan, de reverenciar a los familiares muertos, que se ha repetido durante los últimos 80 años, por enésima ocasión este Día de los Muertos, se encontraron en el Panteón de Oriente integrantes de la familia Quiñones Flores y entre risas y llanto, recordaron a sus fieles difuntos, luego del sufrimiento que les significó la imposibilidad de asistir a esta cita anual en 2020 debido a la circunstancia sanitaria provocada por la pandemia.
Jesús Quiñones Vargas y Amelia Flores Castro, son los abuelos de esta familia. Sus restos aquí yacen, pero heredaron el hábito de cada doce meses, rendir honor a sus muertos.
Son seis generaciones las que convocan a la cita anual, pues el primer entierro en el sitio, se dio en los años cuarenta. En el trayecto, han rendido tributo a la madre tierra como ya se anota, los abuelos, pero aquí están también, entre otros, Armida Parra, nieta, o la cuñada, Irma Ávila.
Sostienen que a pesar de que pasaron a mejor vida, sus antepasados siguen obrando, ahora desde el Cielo, para continuar reuniendo a la familia, con el objetivo único de recordar a sus seres queridos.
Aclaran que si bien es tradición el encuentro de cada 2 de noviembre, para conmemorar el Día de Muertos, las vueltas al panteón de oriente se repitan muchas veces en el año, de manera que no es extraño una que otra vez, reencontrarse entre familia y convivir a lado de sus muertos.
Afirman con énfasis, que en este Día de Muertos correspondiente al 2021, se pudo llevar a cabo de nuevo la reunión, porque el año pasado no fue posible hacerlo, dado que el camposanto fue cerrado por efecto de la contingencia sanitaria. El hecho, aseguran, provocó dolor y no faltaron las lágrimas ante la impotencia de asistir a estas tumbas y honrar a los finados.
Los vecinos de la colonia 20 de Noviembre en esta ciudad de Durango, de igual manera subrayan que no todo en esta visita es dolor. Consideran que el humor es lo último que hay que perder. Sí se llora por los que partieron, pero también se ríe, se goza el momento de disfrutar la vida, con la certeza que la escena es grata a la vista desde el cielo.