Ubicado en el corazón del Centro Histórico de la capital duranguense, el Museo Regional de Durango “Ángel Rodríguez Solórzano”, mejor conocido como Museo del Aguacate, tiene una interesante y nutrida historia, la cual ha sido dividida en dos etapas.
La primera de ellas tiene su comienzo desde 1950, cuando el ahora fallecido Ángel Rodríguez Solórzano soñó con la preservación de bienes arqueológicos, artísticos e históricos en Durango. Junto al maestro Francisco Montoya de la Cruz convocó a la comunidad a donar antigüedades y documentos, enriqueciendo así la identidad cultural del estado. Este esfuerzo, fundamental para rescatar y difundir los valores históricos de la región, encontró apoyo en la Universidad Juárez del Estado de Durango (UJED).
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En 1979, la Máxima Casa de Estudios formó la Comisión Pro-Museo, integrada por Rodríguez Solórzano, Montoya de la Cruz y Salvador Mendívil. Con un fuerte espíritu universitario se dedicaron a incrementar el acervo cultural y a gestionar la colaboración con instituciones como el INAH y la UNAM. En 1972, se sumó a la comisión Luis E. Lazalde Montoya.
La comisión trabajó junto a la Rectoría, entonces liderada por José Hugo Martínez Ortiz, quien invitó a Jaime Litvak King, director del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM, y al arqueólogo Dr. J. Charles Kelley. Estos expertos contribuyeron a la clasificación de la colección arqueológica y al desarrollo del guion museográfico del "Museo de Antropología e Historia de la UJED", que abrió sus puertas al público el 8 de septiembre de 1980, funcionando hasta 1988.
Esta primera etapa se llevó a cabo en el edificio de Aquiles Serdán y Francisco I. Madero número 100 norte, antes de trasladarse a "El Aguacate", dando inicio a una nueva fase en la conservación y difusión del patrimonio cultural de Durango.
Segunda etapa: En 1985 se inició una nueva etapa para el Museo Regional de Durango-UJED, impulsada por la gestión de Jorge Ramírez Díaz, entonces rector de la Universidad. Tras la desocupación del edificio "El Aguacate" por el Supremo Tribunal de Justicia, Ángel Rodríguez Solórzano gestionó con el entonces gobernador Armando del Castillo Franco la ubicación del museo en este inmueble. Como resultado de estas gestiones, se formalizó la donación del edificio a la UJED.
Para garantizar el funcionamiento del museo se firmó un convenio de coordinación entre la Secretaría de Educación Pública (SEP), el INAH, el Gobierno del estado y la UJED. En 1987 el edificio fue restaurado y adecuadamente preparado para albergar el acervo cultural, facilitando su acceso a la comunidad.
El museo comenzó a operar en julio de 1989, ofreciendo programas de conservación, investigación, difusión y educación, así como servicios de catalogación de bienes culturales. La coordinación del proyecto estuvo a cargo de Ángel Rodríguez Solórzano.
La inauguración oficial de este lugar sucedió el 26 de noviembre de 1988; por disposición de la Junta Directiva de la Universidad Juárez del Estado de Durango, se determinó que este museo llevara el nombre de "Museo Regional de Durango-UJED Ángel Rodríguez Solórzano".
¿Por qué se le bautizó como el Museo del Aguacate?
Según se explica, recibió desde siempre el nombre de Museo del Aguacate debido a que en la casona estilo afrancesado del siglo XIX había un árbol de esta especie que crece en su patio.
"Este nombre surge a finales del siglo XIX. Cuando se inicia su construcción y dentro del área del jardín existía un árbol de aguacate, mismo que se volvió para los habitantes de aquella época en un icono distintivo para referirse o ubicar a este bello lugar. Cabe mencionar que a través del tiempo, este jardín ha tenido varios cambios y el árbol de aguacate original ya no existe, el árbol que hoy en día se encuentra plantado en la esquina de las calles Victoria y Aquiles Serdán, se ha plantado con la finalidad de conservar hasta el día de hoy ese icono distintivo, por el cual está casa fue conocida", se lee en una publicación de Facebook desde la página del mismo museo.
