María Magdalena Gaucín Morales es una empresaria duranguense que inspira a soñar en grande e ir más allá de los límites establecidos, una historia de éxito que nos invita a descubrir una perspectiva diferente de la vida.
Actualmente, Magdalena Gaucín es la primera mujer representante de la Cámara de la Industria de la Transformación (Canacintra) delegación Durango, la cámara más grande en América latina, una área que hasta hace una década era liderada por varones.
Desde temprana edad los padres de Magdalena la criaron a ella y a sus hermanas en una total libertad, ya que según relata, nunca tuvieron un impedimento por parte de sus papás para realizar actividades que algunos catalogan como varoniles. Hecho que sin duda marcaría un precedente en su historia de vida.
“Yo me desarrollé siempre en un tema de igualdad, yo tuve una total libertad”, destaca la empresaria. Asi mismo, esta crianza le ayudó a ganar confianza en su persona, ser autosuficiente y así aprender a resolver cualquier tipo de problema en la vida.
Pero sin duda una figura clave en esta historia de éxito fue su padre, ya que a ella y a sus hermanas les brindó las herramientas necesarias para enfrentarse a la vida sin miedo y con total determinación, “mi papá de adolescentes nos daba un carrito y si teníamos alguna ponchadura nosotras, pues no le hablábamos a mi papá, nosotras (ella y sus hermanas) tratábamos siempre de arreglarlo”, agrega.
Cuando Magdalena Gaucín comenzó su vida laboral su padre siempre la apoyó y nunca le refutó sus decisiones, “yo empecé a trabajar con él a los 19 años y mi papá gracias a Dios siempre me respaldó, claro que en ello implicaba el grado de responsabilidad, eso era algo fundamental para yo tener algo de credibilidad a la hora de tomar decisiones”.
Sus inicios en el sector empresarial en Durango
Desde pequeña Magdalena siempre tuvo como referencia el mundo empresarial, ya que su familia siempre ha trabajado en la iniciativa privada. A los 12 años de edad comenzó a trabajar, en épocas de vacaciones iba a ayudarle a su tía Rayito, quien era dueña de la tienda “Nacional de Pinturas”, lo cual le ayudó a forjar su carácter al aprender de la constancia y disciplina.
Durante su crecimiento la empresaria fue testigo del trabajo de su padre y las horas que le imprimía a este, “yo veía a mi papá tan ocupado con lo que él hacía, él fue un emprendedor, le imprimía muchísimo de su tiempo”, lo cual influyó en su decisión para elegir una carrera universitaria.
Puntualiza que lo más adecuado hubiera sido estudiar una ingeniería para continuar con el negocio de sus padres, pero finalmente se decidió por la licenciatura en derecho, “yo decía es que yo no quiero vivir la vida de mi papá tan ocupada, él no tiene tiempo para nada”.
Sin embargo, una vez que se graduó de la carrera de leyes comenzó a involucrarse en el negocio familiar, lo que la obligó a aprender de medidas, pulgadas y metales, finalmente aprendió de todo lo relacionado con el procedimiento que requiere una empresa como la que su familia manejaba.
Combinar la familia y el trabajo
Conforme la empresaria seguía creciendo en su vida laboral en la personal también lo hacía, luego de casarse con un compañero extraordinario, en sus propias palabras, llegaron a su vida sus dos hijas.
Pero en esta nueva faceta Magdalena tuvo que aprender a combinar su trabajo con el de ser madre, algo que sin el apoyo de su esposo no hubiera logrado. Pero considera que esta ha sido una de las etapas más difíciles que ha vivido, ya que tuvo que aprender a dedicar el tiempo suficiente a su familia pero sin descuidar el trabajo.
Señala que a sus hijas les inculca el ser perseverantes y prepararse en aquello que les apasiona, ya que para cumplir alguna meta de cualquier índole, es indispensable el compromiso, disciplina y constancia.
En esta contexto la empresaria exhorta a las mujeres a plantearse metas y trabajar constantemente en su preparación, ya que esta es la clave para poder cumplirlas.