CANATLÁN, Dgo. (OEM).- Escribir acerca de Lilia Santaella Abud es hablar de una mujer que ha sido referente de la Escuela de Música Mexicana en el estado de Durango, promotora incansable, maestra rural por vocación y sobre todo, enamorada de la tierra que la vio crecer, Canatlán.
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En exclusiva para El Sol de Durango, Lilia evoca esa infancia y adolescencia en su tierra Canatlán, en aquel municipio completo e íntegro, donde se cobijó con el amor de sus padres Rodrigo Santaella Alemán y Alicia Abud, así como de sus 11 hermanos y las enseñanzas, aprendizajes y orientaciones de su abuela paterna, la maestra María Alemán Salazar.
Por circunstancias de la vida nació en el estado de Coahuila, el 5 de octubre del año 1941, pero su niñez la vivió en su Canatlán, que ama, recuerda y busca seguir sirviendo, a través del vínculo que la música ha representado en su vida, llena de triunfos, éxitos y aprendizajes.
La vocación se hereda
Con la vocación de maestra, heredada de su padre, el profesor Rodrigo y de su abuela María, su niñez la vivió en la región norte de Canatlán, derivado del quehacer de su progenitor, que trabajaba en la comunidad de Miguel Allende, de su abuela, maestra en Melchor Ocampo, circunstancia que derivó en que la familia se estableciera en Morillitos, todos ellos actualmente pertenecientes al municipio Nuevo Ideal, Durango.
En casa aprendió a realizar labores de campo, con el trabajo en la parcela familiar y la cría de animales, desde gallinas y cerdos hasta la infaltable vaca, productora de leche, un estilo de vida propia del mexicano rural.
Por su recorrido magisterial, el profesor Rodrigo llegó a la escuela "Gral. Lázaro Cárdenas", en el centro del pueblo Canatlán, frente al jardín Juárez y el templo parroquial de San Diego de Alcalá, institución educativa donde cursó su educación primaria y dentro del edificio, prosiguió con sus estudios de secretaria en la Academia Josefa Ortiz de Domínguez, a cargo de los maestros Jesús y Lucila Ruiz Rosales.
Su amor por la música ya lo llevaba desde entonces, recordando, con alegría, como sus compañeros en la Academia le pedían que les cantara, a lo que ella accedía a cambio de que ellos le hicieran la tarea de taquigrafía, sin duda un acuerdo que a las partes agradaba, recordando Lilia a compañeros como Manuel González Díaz y Andrés Unzueta, entre otros.
Lilia recuerda como su vocación musical la llevó a participar en el programa de radio “El Rancho de Pancho”, que transmitía la reconocida empresa radiodifusora WEDU “ La que le gusta a Usted”, en la ciudad de Durango, programa que ganó en su tercera participación, en lo que fue el inició de una gran carrera musical, que se mantiene vigente, como promotora, educadora y forjadora de talentos.
Incontables son las entrevistas, artículos periodísticos, radio y televisión donde han destacado su obra y gran labor, de ahí que en este breve recorrido por la cálida charla, se destaque lo que fue su paso adolescente y juvenil por el magisterio en su tierra.
Recuerda que en una visita del inspector escolar a casa de su padre, la joven le pidió la oportunidad de ser maestra rural, en aquellos tiempos en que los educadores se formaban en el Centro de Actualización del Magisterio.
Su ilusión era dar clase en la escuela de sus amores, la "Gral. Lázaro Cárdenas", petición que le fue asignada, recordando un momento crucial en su inicio, cuando le entregaron su oficio comisión, a sobre cerrado, al igual que a su abuela María, Educadora hasta el último día de su vida.
Usted acaba de ingresar a las filas del magisterio, le dijo ella momentos antes de abrir el esperado sobre comisión.
Su abuela lo abrió primero y leyó el nombre de la comunidad a la que le tocaría ir a trabajar: San Miguel Allende, al norte del municipio, siguiéndole Lilia, que con el temor y nervio de ocasión abrió su nombre para encontrarse con su comisión: Auxiliar en Miguel Allende.
“Ahí sabrá Usted lo que es ser maestra”, le espetó María a una jovencita que andaba en los 16 años de edad.
Junto con la impartición de clase también comenzó su preparación académica en carrera magisterial, en un quehacer donde al paso del tiempo pasó a la comunidad Melchor Ocampo, donde falleció su abuela, tutora magisterial y gran Maestra de la vida, quedando sola, realizando su labor al frente de grupo y a cargo de la escuela.
La música: su verdadero amor
Al terminar sus estudios en el Instituto Federal de Capacitación, Lilia fue cambiada al poblado Los Pinos, ya más cerca de Canatlán, donde trabajó durante dos años y de ahí prosiguió en la comunidad La Soledad, tres años más, para finalmente acercarse a la querida Canatlán, concretamente a la comunidad La Sauceda.
De ahí surgieron circunstancias que le permitieron iniciar una gran carrera artística, así como trabajar en diversas empresas radiodifusoras, relacionarse con grandes personajes, intérpretes y compositores de nivel nacional, mantener su vocación educadora pero en ese mundo de la música, creando la Escuela de la Música Mexicana, que le llevó a ser embajadora musical de Durango en países como Cuba, España, Colombia y Estados Unidos.
En el trienio municipal 2004-2007, Canatlán le rindió homenaje al ponerle su nombre a la Casa de la Cultura, una institución que Lilia respalda a través de su quehacer gestor en este momento, buscando que cuente con instrumentos musicales y vestuario que permita a sus alumnos crecer en el mundo de la música y la danza.
Mil cosas bellas se quedan en el tintero, recordando su vida y obra musical y personal, con el común denominador de educadora y amante de la música, una combinación que los canatlenses podrán admirar el próximo día 15 de septiembre, en el marco de la Feria de la Manzana 2022, cuando sea presentado su espectáculo musical.
Lilia Santaella Abud, una canatlense que ha sido y es una profeta en su tierra.