Julián Quintero no olvida sus raíces

Desde muy chico abandonó su municipio, pero nunca ha olvidado su vida ahí y cada año regresa a apoyar a quienes menos tienen

Marco A. Rodríguez

  · jueves 22 de agosto de 2019

REGIÓN SIERRA, Dgo. (OEM).- Desde hace poco más de veinte años, niños y adultos de La Purísima y de Tepehuanes, observan llegar a una persona que, con su camioneta cargada, reparte apoyos a personas de todas las edades.

Con 51 años de edad, nacido en La Purísima, Tepehuanes y desde su adolescencia radicado en Los Ángeles, California, Julián regresa a la tierra que lo cobijó y lo hace con el espíritu de apoyar a familias desprotegidas, de buscar arrancar una sonrisa al niño que recibe un juguete, al anciano que feliz mira cómo llegó ropa, un aparato ortopédico o simplemente una bolsa de chocolates.

Buscar ver caritas felices, a niños con una perspectiva lejos de la violencia que parece cada día cobijar todo, es parte de las causas que dieron origen a esta noble tarea, de llevar apoyos a la gente.

En este verano, Quintero Ramírez entregó equipos y material de beisbol para los niños de su municipio, para que busquen integrarse a una liga regional en perspectiva, una misión que busca ser discreta pero llena de buena voluntad.

“Es necesario hacerles sentir a los niños, a los jóvenes que hay futuro en la educación, en el deporte, en la escuela pero sobre todo, que lo bueno de la vida empieza en el interior del hogar, en casa y si yo puedo ser útil en ese proyecto, perfecto”, menciona Julián, en charla sostenida en ciudad Canatlán, a su regreso de Tepehuanes.

En su misión voluntaria que abraza con mucho amor, entrega sillas de ruedas, bastones, muletas, caminadoras, pero también lleva juguetes a los niños y ropa a personas adultas, sin un objetivo más allá de ayudar por ayudar, buscando provocar caritas felices, menciona.

Fue en el año 1985, cuando tenía 18 años, que dejó Tepehuanes para irse a radicar con su familia a Los Ángeles, California, donde su familia instaló una tienda de ropa, actividad en la que vendían nueva y de segunda, con la circunstancia que la nueva era la que menos buscaban.

La que no se vendía la empezamos a regalar a personas de bajos recursos, ahí empezó esta actividad en la familia, recuerda Julián, una misión que con el tiempo extendieron a personas de Tijuana, Ciudad Juárez y en su tierra, Tepehuanes, Durango.

Con cincuenta y un años de edad, deja constancia no sólo del gran amor a su tierra tepehuanense, sino a sus raíces históricas, que deriva en muchas investigaciones que le han llevado a escribir un libro y a ofrecer narrativas del Tepehuanes nacido de la mezcla de indígenas, los tepehuanes, con los invasores españoles, a partir de la conquista religiosa que realizaron los Jesuitas a finales del siglo XVI y que llevó a la fundación de Santa Catarina de Tepehuanes.

“Me gustaría que otras personas también hicieran lo mismo, de apoyar a personas de bajos recursos, de llevarles una sonrisa, un apoyo, con el único propósito de provocarles una sonrisa” termina diciendo este tepehuanense orgulloso de su tierra y de su estado.