CANATLÁN, Dgo. (OEM) .- Las escuelas normales rurales son patrimonio cultural de México, tienen una fuerza que no pueden tener otras instituciones, están constituidas bajo una historia muy fuerte, una historia del surgimiento del estado de nación, una nación que ya no es la misma de antes pero que sigue siendo para este tipo de instituciones un encargo, no sólo político sino social,
Así lo destaca la Doctora Rosa María Torres Hernández, rectora de la Universidad Pedagógica Nacional (UPN), reconocida investigadora y miembro del comité directivo del Consejo Mexicano de Investigación Educativa, entrevistada previo a la conferencia magistral que ofreció en el marco del nonagésimo tercer aniversario de la escuela normal rural J. Guadalupe Aguilera.
“Es un súper honor estar aquí, sobre todo porque me interesan las escuelas normales rurales; somos muy poquitos los que hacemos trabajo de análisis de las ENR, investigadores en el campo de la educación son muy pocos los que hacen trabajos sobre estas escuelas; en general la gente se aboca a realizar estudios que tienen que ver con las beneméritas y centenarias, con instituciones que tienen otras historias distintas, que tienen que ver con lo urbano.”, dijo al iniciar
En el caso del grupo de investigadores de las ENR se tienen dos grandes líneas, una que trabaja la historia y otra que trabaja la institucionalización. Hacemos análisis de qué es lo que pasó con las normales, con los internados, qué pasa con la formación docente, qué se produce así en las instituciones, es muy interesante.
Ya tenemos aproximadamente veinte años trabajando con esto, las formas de producción son muy lentas en el campo de la investigación de las escuelas normales rurales, porque no todos se quieren dedicar a ello; conseguir los archivos históricos es complicado, trabajar al interior de dichas instituciones no es fácil.
Tenemos muy buen contacto con todas las ENR, por fortuna la línea con los estudiantes ha sido bastante buena y eso nos ha permitido hacer entrevistas, trabajos con ellos.
En el caso de Ayotzinapa, cuando se dio lo relacionado con los 43 estudiantes, la Cámara de Diputados, sobre todo los que estaban del lado de la izquierda, nos pidieron que hiciéramos una declaratoria, que fue lo que provocó que se pudiera hacer un presupuesto especial para Ayotzinapa en ese momento.
¿Sigue vigente la Escuela Rural Mexicana?, se le preguntó
Sigue vigente, respondió; reconocer que hubo una escuela mexicana que surgió de lo rural, cuando había un 70 por ciento de rural y un 30 de urbano en el país, al revés del porcentaje actual. Lo que teníamos en ese momento era una situación muy importante de generar una pedagogía y una forma distinta de hacer escuela y eso si estaba reconocido a nivel México y a nivel mundial.
Los profesores eran líderes en las comunidades, existía una idea de comunidad específica, había un trabajo concreto que tenía que ver con el asunto del campo y de lo rural, en el asunto de la integración indígena, el trabajo con las familias y líderes sociales, era una constitución distinta, la escuela estaba más abierta a las comunidades.
Se intentó pasar del trabajo del silabario al trabajo de la enseñanza y tomó casi un siglo para que esa escuela se fuera constituyendo y armar lo que hoy tenemos como escuela, porque también eso fue producto de los maestros.
Lo que hoy se plantea como la Nueva Escuela Mexicana es eso, cómo construimos con lo que tenemos, una nueva forma de trabajo para los profesores, con una nueva escuela abierta a la comunidad, con un trabajo más amplio de los profesores con los padres de familia.
La formación docente se tiene que renovar, porque se está hablando de que también todos los asuntos socioculturales fundamentales, todo tiene que estar contextualizado; los maestros tienen que entender que cada cosa, como lo han entendido, las escuelas están en situaciones locales específicas y que no es lo mismo trabajar en un lugar que en otro y por lo mismo tienen qué hacer adaptaciones de las grandes líneas y no seguir el cartabón que dice el currículum.
La formación docente tiene que cambiar, así como cambió en el Siglo XX, no quiere decir que no se hizo un trabajo importante en el siglo XIX; gracias a que se realizó ese quehacer se pudo lograr lo del siguiente siglo y gracias a que se hizo esa Escuela Mexicana hoy se puede pensar en una nueva escuela mexicana del siglo XXI, esa es la tarea.
El problema es cómo le hacemos todo para construirla, porque igual que se hizo en el siglo pasado, hoy se tiene que hacer un trabajo más fuerte de formación de docentes, que realmente crean que la escuela da identidad nacional, pero también nos hace ciudadanos del mundo, es como varias cosas al mismo tiempo, ese es el reto.
El Normalismo Rural tiene una particularidad que no tienen otras, hacer un trabajo en lo rural, no en la ruralidad sino en lo rural, es reconocer que lo rural existe como tal y que no tiene que ver solamente con estar fuera de las ciudades; en las ciudades también existe lo rural, hay comunidades completas que viven lo rural, la cultura rural y necesita un tipo de trabajo que no puede ser igual a la que somos citadinos de años. Lo urbanista no puede ser hegemónico de lo rural.
La formación en lo rural tiene que recuperar esa esencia, de ser la forma particular de trabajo con las personas que viven desde lo rural, no importa si están en un rancho o no, no es ese el punto, sino que todos los que habitan ahí lo hacen en un mundo que tiene ciertas costumbres, que respeta ciertas formas, que tiene ciertos modos de aprender, distintos a los que tenemos los que nunca hemos vivido en el campo.
Esa es una diferencia muy grande, los que nunca hemos vivido en el campo no tenemos las mismas formas de aprendizaje y eso es algo que se tiene que ver en la formación.
Ojalá eso sea así, eso cambiaría las formas de estudio, eso cambiaría las metodologías, las estrategias de enseñanza, eso cambiaría la forma de relación entre lo que se está formando y las comunidades rurales.
Una parte fundamental es el reconocimiento que se debe de tener al patrimonio que significan las escuelas normales rurales, con todos sus asegunes, con todos los conflictos, con todas las posibilidades e imposibilidades que se tienen, porque la historia es muy compleja, ha sido muy compleja la historia de las escuelas normales rurales, pero ellas son patrimonio cultural del país.
Las Escuelas Normales Rurales tienen una fuerza que no pueden tener otras instituciones, están constituidas bajo una historia muy fuerte, una historia del surgimiento del estado de nación, una nación que ya no es la misma de antes pero que sigue siendo para este tipo de instituciones un encargo, no solo político sino social, de hacer lo que de alguna manera es un mandato, contribuir a la formación de aquellos que por una u otra razón no han tenido las posibilidades de que se les den las mismas condiciones que a otros, en un país donde la justicia es tan importante, donde es tan relevante que los grupos que viven en condiciones vulnerables sean ahora los que reciban el beneficio social.
Me parece que las normales rurales están llamadas a ser eso justamente, no solo formar a los que van a ser maestros, sino hacer que quienes salen maestros aquí vayan a formar a otros que no han tenido la posibilidad tan clara de tener una formación de excelencia o de calidad, que los egresados de las NR tienen que garantizar eso, para eso están llamados, terminó diciendo la prestigiada investigadora.