Canatlán, Dgo. (OEM).- Realizaron la tradicional fiesta de la Cuevita del Obispo, que se lleva a cabo el último domingo de octubre en el sitio en el cual se escondió y murió José Antonio Laureano López de Zubiría y Escalante, vigésimo tercer obispo de Durango.
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A diferencia de años anteriores, cuando la visita disminuyó por la pandemia de la Covid-19, este domingo 30 de octubre de nueva cuenta se registró bastante afluencia de visitantes, quienes acudieron al sitio, ubicado en las faldas de la cordillera de la sierra madre occidental, dentro del ejido Benjamín Aranda, a recordar el citado religioso contrario a las Leyes de Reforma.
También acuden a esta fiesta tradicional personas de otros estados de la República, inclusive mexicanos radicados en Estados Unidos, como la familia Limas Orona, quien realizó el viaje desde Los Ángeles, California, para estar presentes en esta celebración.
El jefe de cuartel, Armando Valenzuela Arciniega informó que la celebración religiosa estuvo a cargo del presbítero Santiago Hinojosa, titular de la parroquia de Santa Lucía, la cual se realiza metros antes de llegar a la cuevita, en una pequeña explanada hasta donde llegan los vehículos de motor.
Cada año los habitantes de los poblados Benjamín Aranda, Veintidós de Mayo, Nicolás Bravo y la cabecera municipal, entre muchos más, acuden a la sierra, ubicada al poniente del ejido Benjamín Aranda, donde celebran la llamada “Fiesta de la Cuevita”, discreto lugar que sirvió de escondite al vigésimo tercer Obispo de Durango, José Antonio Laureano López de Zubiría y Escalante, quien murió el día 27 de noviembre de 1863 y que desde entonces se le conoce como la Cueva del Obispo.
Un vecino de Benjamín Aranda (antes San Rafael) recuerdan que desde que tiene uso de razón existe la fiesta de La Cuevita, hasta donde acuden cientos de personas, en vehículo de motor o a lomo de caballo, en una visita que conjuga la devoción de acudir al lugar donde el Obispo López de Zubiría dio testimonio de su entereza y su férrea oposición a las Leyes de Reforma y también la oportunidad de pasar un buen día de campo.
Ubicada a cuatro kilómetros del poblado, el viaje inicia al pasar el lienzo que divide los ejidos del 22 de Mayo y Benjamín Aranda y se llega a ella a través de una vereda, que serpentea a lo largo del Cañón de las Moras y caminando de manera paralela a un refrescante y siempre presente arroyo, se llega a una escondida cueva, que se detecta cuando se está a tan solo escasos metros, cuando el viajero observa una imagen del Sagrado Corazón de Jesús en la parte frontal.
El segundo destierro, que lo hizo famoso, fue motivado por sus prédicas y oposición a las Leyes de Reforma, cuando tuvo que abandonar Durango para refugiarse en la hacienda de Cacaria, propiedad de su familia, en donde se ocultaba en una cueva de la sierra cuando temía que se pudiera aprehender, y donde finalmente falleció el 27 de noviembre de 1863, luego de más de tres años en el destierro, trasladándose después sus restos a las criptas de la catedral. (Diccionario Geográfico, Histórico y Biográfico del Estado de Durango. Ing. Pastor Rouaix).
Si se acude a dicho lugar se debe hacerlo con el cuidado de no confundir el camino, ya que junto al cañón de las Moras está el cañón de Los Altares, el cual está cubierto por un tipo de hiedra que pica y llena de ronchas a quien ose descuidarse, quien para curarse tendrá que bailarle y llevarle tamales de ceniza, así lo marca la tradicional oral que le da presencia a este bello encinar, donde se oculta la Cueva del Obispo, en el municipio de Canatlán.
