De nuestra hemeroteca… En una edición de El Sol de Durango del año 2000 se informó sobre la canonización de los beatos mártires: Luis Bátiz Sáinz y Mateo Correa Magallanes. Pero, se llega a ello luego de una larga historia escrita a partir de la persecución cristera. Según se cuenta, el 15 de agosto del año 1926, por orden del general Eulogio Ortiz, entonces comandante de la Décima Zona Militar, fueron encarcelados en Chalchihuites, Zacatecas, el párroco del lugar, Luis Bátiz, además del señor Manuel Morales Cervantes, el joven Salvador Lara Puente y David Roldán Lara.
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“Todos ellos sin previo juicio, fueron sacados del pueblo, y en un lugar llamado el Puerto de Santa Teresa, a unos cuantos kilómetros del pueblo, con gran admiración y tristeza de la gente fueron fusilados como a 150 metros a la izquierda del camino que conducía a Gualterio”, dice la nota de aquella fecha.
Cuando se explicó que la Estación de Ferrocarril llegaba a Felipe Pescador, y ahí fueron fusilados cruelmente por los militares que comandaba un sargento de apellido Maldonado.
A dos se les ordenó que se quedaran en su lugar, a 50 metros del camino hacia la izquierda, estos oyeron las malas palabras que utilizaron con los dos primeros mártires.
El cura Bátiz decía: “máteme a mí, yo muero por Cristo y la Virgen de Guadalupe, al fin carezco de hijos naturales, pero éste (Manuel Morales), tiene tres hijos pequeños y una esposa que se quedaría viuda y huérfanos muy pequeños sus hijos”.
La respuesta fue negativa, y no valieron suplicas ni ruegos, dejando viuda a Consuelo Loera, y sin padre a Manuel, Alfonso y Carlos.
El único testigo fue Agustín García, quien al escuchar la algarabía en el silencio del monto, escondió su cabalgadura entre los matorrales y escuchó todo lo acaecido. También escuchó los balazos de las armas, y le dijo David a Salvador, “tengo miedo, dame un cigarro”, a lo que su primo respondió “cómo es posible que digas eso, que no te das cuenta que Cristo nos asiste, que él nos dará la fuerza para soportar esta amarga hora”.
Y le abundó en que la Virgen de Guadalupe habría de darles también la suficiente fuerza. A la par se acercaron los militares a golpearlos con las culatas de los rifles. Fueron fusilados, cayendo al suelo sin vida, pero antes gritaron: “Viva Cristo Rey y la Virgen de Guadalupe”. Los fieles los sepultaron en el panteón.