En el restaurant Yerbanís, de cocina tradicional duranguense, ubicado sobre bulevar Felipe Pescador, casi esquina con Francisco I Madero, se ofrece uno de los mezcales más ricos, el de la casa, mismo que es producido en Mezquital, Durango, y que tiene su historia.
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El productor de esta región se encarga de seguir reproduciendo los magueyes en la misma zona donde se extrajeron las piñas anteriores, “algo muy padre porque sigue siendo sustentable, y sigue siendo segura esta producción”, declaró Edgar Omar González Huerta, co-propietario de este lugar que busca que sus comensales se sientan como en casa.
La historia de este mezcla, dijo, es interesante, pues el maestro mezcalero de origen tepehuano, lo que hace es “ponerse bendito”, que significa que una semana antes de la producción de este mezcal, él no come nada más que productos de maíz y agua, sin sal.
“Eso es lo que para este grupo étnico es ‘ponerse bendito’, y una vez que lo hace ahora sí comienza con la gima y todo el proceso artesanal increíble. Una vez que termina la producción de este mezcal, mínimo se va 12 meses reposando en vidrio y se pasa bajo tierra”. La idea es que sea como los vinos energéticos, que absorben calor de la madre tierra, el agua de la lluvia, el frio.
Y ya bajo tierra son entre seis y ocho meses mínimo. “Entonces ya sale de la tierra cargado energéticamente, y enseguida llega a Yerbanís.
"La idea de tener buenos mezcales es porque en Durango se producen unos excelentes, de familias trabajadoras, y realmente queremos que la gente conozca, que sepa cómo se producen, dónde, procesos. Que sepan que no se están tomando cualquier mezcal, que se están tomando una historia familiar, interesante, con arduo trabajo".