Si bien es cierto que crece la conciencia entre ejidatarios mezcaleros de Nombre de Dios en el sentido de que para cosechar el agave es necesario cultivar, en contra parte, muchos productores de la región han comenzado a adulterar el producto, lo que se traduce obviamente en detrimento del prestigio que ha adquirido esta bebida en el mundo.
Así lo afirma el maestro mezcalero José Simental en el libro El Mezcal de Durango… un trago de tiempo y paciencia, de Digita Editores, edición que con lujo de detalle refiere la gran tradición mezcalera de nuestra entidad y en el apartado Malpais… el sabor y el saber de la vida, expone su visión del momento actual en que este “brebaje de los dioses”, se ha puesto de moda.
En esta moderna edición que ilustra de manera ejemplar con decenas de fotografías la tradición agavera de Durango, Simental Díaz destaca que en La Constancia, comunidad perteneciente al municipio de Nombre de Dios, ya se comenzó a cultivar el agave en viveros, para luego sembrarlo en grandes parcelas.
Expone que los ejidatarios han tomado conciencia de que para cosechar y producir, es necesario cultivar, invertir para el futuro.
Empero, lamenta que el hoy ya no es como el antes, ya que una cantidad importante de productores en la región han comenzado a adulterar el mezcal “y eso va en detrimento de su prestigio, porque allí es donde está la raíz de esta tradición mezcalera que puede echarse a perder por la ambición de dinero más fácil”.
Sostiene que en la Constancia, en el Malpais –así, sin acento- que es como se llama su vinata, se sigue conduciendo por la ética y no por el comercio sin escrúpulos; “lo que vendemos, es lo que producimos y lo que producimos no tiene nada más que lo que extraemos del agave: una bebida pura”.
Afirma que hay quienes han inventado un montón de menjurjes para hacer rendir la bebida y sacarle más provecho.
Afirma que no se explica cómo hay quien considera que echarle alacranes al mezcal, favorece no sólo su sabor, sino hasta sus cualidades, cuando en realidad no es más que añadirla a la bebida un bicho ponzoñoso.