Lorenzo Martínez Delgadillo aspira a reelegirse al frente del Comité Estatal del PAN.
Y sabe que se enfrenta al dinero y al poder, pero no se arredra porque en realidad nada de lo que tiene lo ha logrado fácil.
Cifra su posibilidad de triunfo en el trabajo que ha realizado en los últimos 3 años, que le da como resultado 18 ayuntamientos, 3 aliados con el PRD, pero sobre todo, la cereza del pastel, el municipio de Durango.
Confía en que los militantes con derecho a voto, unos 7 mil, evalúen su tarea y le den el triunfo.
Pero es realista: y filosofa: “Quien no se prepara para perder no merece ganar” y él sabe que su victoria no es nada fácil, que se enfrenta a fuerzas poderosas, pero va a luchar con el ánimo de ganar.
Lorenzo Martínez Delgadillo es originario de San Juan de Guadalupe, en el semidesierto de Durango, en la figura geográfica de bota colindante con Zacatecas y Coahuila.
Creció entre un sol quemante y una tierra ingrata, en su tierra cursó hasta la preparatoria.
Apoyado por algunos amigos, entre ellos, el exdelegado del ISSSTE, Cuauhtémoc Armas, hizo la carrera de Licenciado en Derecho en la Universidad Tecnológica de México.
Al graduarse ejerció su profesión durante 10 años en México y en Guadalajara, en el 2001 regresó a su tierra y -lo que son las cosas- abanderado por el PAN compitió contra quien fuera su compañero en México, Cuauhtémoc Armas, al que derrotó.
Fue diputado local, ocupó cargos en el Comité Estatal hasta llegar, hace 3 años, a la presidencia.
Ha sido motivo de acusaciones, que para su fortuna no han prosperado en el ánimo de la militancia, puesto que eran visiblemente dolosas.
Está confiado en que su partido se mantendrá en el primer lugar político de Durango y que en el 2022 acaparará más municipios y la mayoría de las diputaciones locales.
Para el 2021 tiene con que pelear -y va a ganar- las 4 diputaciones federales.
Acepta que su fuerza electoral esté en las bases y no en la cúpula, no espera un triunfo avasallador, porque no transita en un paraíso electoral. Repite, lucha para ganar, pero acepta que puede perder.
Y si esto ocurriera, está prevenido para vivir de lo que le reditúa la comercialización de madera entre la sierra de Durango y los patios de la Ciudad de México.
Su partido es fuerte -dice- tan fuerte, que aunque no tiene la totalidad de las presidencias municipales y es minoría en el Congreso local, representa el 57 por ciento de los ciudadanos de Durango.
Sobre la tendencia que hay de reducir las prerrogativas a los partidos, está de acuerdo, aunque cree que no debe ser decisión precipitada, sino actuar con vacatio legis, que es el lapso entre la expedición de una ley y su ejecución ante la sociedad.
Aunque es conocido y lo sabe, recorre el estado, busca militantes, les expone su proyecto, que no es otro que superar la obra que hasta ahora ha realizado y dice que su adversaria, tanto por la nobleza del caballero como por el respeto de que se le enfrente, merece sus respetos y está convencido de que como el entrevistado, la adversaria también realizará una campaña de respeto, propuestas, sin diatribas y sin insultos.
Busca integrar a los líderes panistas y con ellos a sus militantes, porque quiere repetir como presidente del partido, que con o sin él está llamado al primer sitio en el espectro político.