No hay democracia sólida, sin periodismo ético, destacó Adela Cortina, filósofa española, en el marco del Foro Internacional de Periodismo e Integridad Electoral, organizado por el Instituto Nacional Electoral (INE).
La reconocida filósofa impartió la Conferencia Magistral “Ética y Periodismo”, en el segundo día de actividades del Foro, en la que señaló que el periodismo ético es una necesidad vital para las sociedades democráticas.
“Creo que es un deber moral y político mantenerla, reforzarla y consolidarla y eso es especialmente importante hoy en día porque la democracia está en peligro, en retroceso y es necesario consolidarla por el bien de todos los seres humanos”, enfatizó desde España, la académica de la Universidad de Valencia, quien defendió que la democracia es la mejor forma de organización política.
La también directora de la Fundación Étnor subrayó la necesidad de potenciar la democracia, para lo que el periodismo es imprescindible, “de lo que haga el mundo de la prensa va a depender mucho el futuro de la humanidad”.
Dijo que en países pluralistas como México y España, existen distintos ámbitos en los que se aplica la ética de los ciudadanos, es decir, “aquella ética que comparte toda la ciudadanía, no porque todo el mundo la practique, sino porque la mayoría dice o cree que contienen los valores deseables que quisiéramos implantar en nuestros países”.
La filósofa argumentó que los medios de comunicación nacieron con el afán de aumentar la libertad de la ciudadanía, “intentando potenciar pueblo y no masa”.
“En el caso de los medios de comunicación, la tarea que tienen es fundamentalmente la de aumentar la libertad de los ciudadanos, intentando que se cree pueblo, gente que comparte puntos de vista y no masa, no individuos aislados entre sí que es lo que pretenden algunas ideologías individualistas”.
Para que esto sea posible, señaló Cortina, es necesario que las informaciones que ofrecen los medios de comunicación sean contrastadas y verificadas, especialmente en un contexto de desinformación.
Durante su Conferencia Magistral, cuestionó el término de posverdad y su definición como “una mentira distorsionada con la que se intenta influir en el público para convencer a la gente en el sentido que interesa a quien la dice”, ya que ésta ha existido desde siempre.