Aunque la historia dice que en 1563 se estableció de manera oficial el 8 de julio como el día de la fundación de Durango, pues en el cruce de lo que hoy son las calles de 5 de Febrero y Juárez se puso la primera piedra; fue a partir de 1620, fecha en la que se instauró el Obispado, cuando las fiestas de la ciudad comenzaron a realizarse cada 8 de diciembre, ya que ese día se celebraba a la virgen de la Inmaculada Concepción, patrona de la Catedral.
De acuerdo con el director del Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad Juárez del Estado de Durango (UJED), Miguel Vallebueno Garcinava, como en cualquier pueblo cuyas fiestas se regían por un calendario religioso, ese día se realizaba una verbena popular en la Plaza de Armas y el atrio de la Catedral.
Sin embargo, a medida que el pueblo comenzó a separarse de la religión para ser laicos, la iglesia dejó de tener predominio social y político en Durango, lo que también tuvo un impacto en las celebraciones, ya que un grupo de durangueños comenzó a buscar otras fiestas para la ciudad, y establecieron el 8 de julio, fecha en la que se realizó la fundación, como el día oficial para la celebración.
Con esta decisión se fueron olvidando las fiestas de la Inmaculada Concepción, que desde el punto de vista agrícola y económico, fue inoportuno, ya que éstas coincidían con el tiempo de cosechas y la gente tenía dinero para gastar al haber vendido el maíz, frijol y demás hortalizas cosechadas.
De ahí que cuando la verbena popular pasó a realizarse durante el mes de julio, no había dinero, pues apenas comenzaba el periodo de lluvias y con ello la temporada de siembras. Pese a ello las festividades tuvieron un importante crecimiento con el paso de los años, tan es así que la exposición de productos locales se amplió hasta lo que hoy se conoce como el corredor de las Alamedas.
“Incluso por muchos años todo mundo esperaba a que empezara la feria para que empezara a llover”, comentó el historiador, quien señaló que en julio de 1963, cuando la ciudad cumplió 400 años, la extensión de la feria llegaba hasta el Parque Guadiana, por lo que se comenzó a pesar en la creación de un recinto ferial.
Fue así como se construyeron las primeras instalaciones en los terrenos del cerro Los Remedios, que serán recordadas por muchos duranguenses, ya que durante cerca de 30 años albergaron a la sociedad que se daba cita los días de julio.
Durango y el sueño de la industrialización
A 461 años de distancia, desde aquel 8 de julio de 1563, Durango apenas comienza a abrirse a la atracción de industria, esto pese a que ha sido un sueño buscado desde 1966, cuando un grupo de estudiantes organizó un movimiento para luchar porque las materias primas no salieran del estado y luchó por la industrialización para así generar empleos.
Para Villabueno Garcinava, aún no se ha cristalizado este sueño, ya que Durango sigue dependiendo de fuerzas económicas externas; “se han hecho intentos por traer empresas y eso es lo que nos falta para romper la perspectiva de un estado con una serie de carencias económicas”, dijo.
“Yo creo que es una situación que tiene que ver con la geografía”, y es que la mayoría de las mercancías se mueven por el centro del país, de ahí que la Comarca Lagunera es un territorio más próspero en ese sentido.
Explicó que el estado, sigue la inercia del país en materia económica, pero es necesario que genere su propio desarrollo a través de darle impulso a la economía terciaria o de servicios, y con ello potencializar las ventajas que se tienen en relación al clima, suficiente agua, instituciones administrativas; y ofrecer estas ventajas a quienes buscan una vida tranquila, pacífica y de calidad.