La falta de lluvias, aunado al intenso calor que se ha sentido en Durango, ha provocado una escasez de flor, que finalmente deriva en la falta de alimento para las abejas que se ven imposibilitadas para producir los 25 kilogramos de miel que en un año normal produce una sola colmena fuerte en la cosecha de octubre – noviembre, sin embargo algunos productores ya estiman que este año no se levantará nada.
Para María Fernanda Sánchez Alvarado, quien se desempeña como Técnico Agroecológico en la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (SADER), a la fecha no se tiene una cuantificación exacta de lo que se ha perdido por la mortandad de abejas en la zona en la que ella se desempeña, sin embargo advierte que sin duda, las olas de calor con valores superiores a los 40 grados centígrados han influido en la pérdida de las colmenas que “afortunadamente han sido mínimas”.
Pese a ello explica que los apicultores tienen un gasto excesivo en la alimentación de las colmenas pues se recurre a alimentar a las abejas de manera artificial, lo que implica un impacto directo en el bolsillo de cada productor, “se prevé que no se levantará mucha cosecha de miel para esta temporada”, comentó la especialista.
De ahí que mientras normalmente se obtiene 50 kilogramos de miel por colmena, en un año bueno, ahora probablemente no se obtendrá nada en algunos apiarios, esto solamente en el caso de los productores que atiende María Fernanda, pero la situación podría ser más alarmante, pues en la zona de la Comarca Lagunera, las temperaturas son aún mayores que las de la parte de los valles y la sierra.
Según datos de la SADER, en Durango se tenían contabilizadas hasta el cierre del 2022, un total de 18 mil 905 colmenas, donde se produjeron 527 toneladas de miel; sin embargo durante el primer semestre de este año se reportaban apenas 158 toneladas producidas.
“En el caso de las abejas silvestres, nos hemos dado cuenta que se están acercando cada vez más a zonas urbanas para encontrar agua o alimentos azucarados porque en varias zonas no hay de qué se alimenten”, comentó la Técnico Agroecológico, quien señaló que en el caso de los apiarios se utiliza azúcar y agua para alimentarlas de manera artificial, es decir, suplen una actividad que debería hacer la naturaleza en sí misma.
Aquí es donde los productores se enfrentan a otro desafío ya que el precio del azúcar se ha disparado, pues de acuerdo con el Sistema Nacional de Información e Integración de Mercados, al mes de septiembre del 2023, el precio de ésta al mayoreo en lugares como Ciudad de México, cada bulto se compraba en mil 435 pesos, es decir, un aumento superior al 50 por ciento, pues tan solo en enero del presente año se encontaba en 940 pesos.
“Hay algunos apicultores que alimentan con fructuosa, hay otros que para bajar costos están alimentando con fruta como el plátano maduro, mango, sandía y depende de lo que haya en la zona. Pero lo más recomendable es el jarabe de azúcar”, dijo.
Asimismo explicó que aunado a ello, se busca una alimentación complementaria a base de proteínas, hechas con miel, harina de soya, levadura de cerveza, algunas más se hacen con Maseca y aunque también pueden adquirirse en el mercado, los gastos se elevan, “esto es para suplir la alimentación del polen, cuando no hay por falta de flor”.
En años buenos, María Fernanda, asegura que se deja de alimentar a las abejas de manera artificial durante el mes de agosto, sin embargo a la fecha, la flor sigue sin aparecer, por lo que la alimentación deberá seguir hasta finales de este año y los primeros cinco meses del siguiente ya que la cosecha siguiente es en el mes de mayo.
“Con esta cosecha que se preveía levantar, la de septiembre – octubre, se les deja reserva para que ellas aguanten todo el invierno y ya no alimenten hasta febrero, pero si no hay de dónde alimentar, se tendrá que seguir haciendo lo que resta del año siguiente”, comentó.
De ahí que se trabaja para fomentar el consumo de la miel y demás productos derivados de esta, con el fin de que sea un negocio que pueda sostenerse por sí solo. Sin embargo ahora su única esperanza es que llueva en estas semanas para que con la flor que emerja de estas, se pueda almacenar al menos la miel de reserva y no tenerlas que alimentar artificialmente.
