Shinobi Ortíz, del reality La Voz México a la Política

En la Voz México, logró convencer a los jueces, ahora quiere que los duranguenses del Distrito 04 local, lo elijan como su representante y conozcan su trayectoria también en la administración pública

Erika Uribe

  · sábado 22 de mayo de 2021

Víctor Hugo Ortíz González / Foto: León Alvarado | El Sol de Durango

Su nombre es Víctor Hugo Ortíz González, aunque desde hace tiempo, todos comenzaron a llamarlo Shinobi y desde entonces adoptó el pseudónimo. Si bien, en Durango ya era conocido por su gran voz, su momento como cantante lo vivió en el conocido reality show llamado, La Voz México, donde fue uno de los participantes que logró impresionar a los jueces.

Hoy Shinobi Ortiz solo quiere conquistar a los electores del Distrito 04 local, y que estos voten por el Partido Duranguense, a quienes asegura, además de la música, también le gusta la política y tiene la capacidad para trabajar en esta activad, “yo he estado en la política directa o indirectamente, siempre desde chamaco fue pegador de lonas y he andado en campañas como brigadista”.

Asegura que lejos de lo que pudiera pensarse, la música y la política se parecen, así como el artista y el político, pues en ambos casos se requiere de una sensibilidad y tener la sensibilidad para saber escuchar desde una nota desafinada, hasta las necesidades de la población.

“Yo quiero convencer a la gente con lo que raigo para hacer. No quiero ser comerciante de la política, que quiere regalar para recibir algo a cambio”. Por eso traduce en una frase las similitudes que existen entre ambas actividades y esta es “la cercanía con la gente”.

Además su carrera también incluye la administración pública como subdirector del Instituto Municipal del Arte y la Cultura (IMAC) en la administración de Jorge Herrera Delgado, a quien también acompañó una vez que llegó al Congreso del Estado, pero ahora como gestor social.

Por eso asegura que en la política le es tan conocida, como los aplausos arriba del escenario, y coincide con su compañero de partido Carlos Medina Alemán, en el tema de ser honestos al momento de buscar el voto, y es que en una campaña policía, lo más importante es que la gente conozca cuáles son las actividades de un legislador.

“Yo como diputado, puedo generar iniciativas donde se pueda exigir al Gobierno estatal o municipal que se hagan ciertas cosas, y si se aprueban, deben llevarse a cabo”, y así lo deja en claro.

Confiesa haber recibido invitaciones de otros partidos políticos, sin embargo está contento de pertenecer al PD, porque al ser un partido local, no responde a intereses e ideologías de otra índole. Porque además le han permitido ser él mismo y continuar siendo crítico en sus redes sociales, como lo ha sido siempre.

Con la aparición de la pandemia, el gremio de los músicos fue uno de los más afectados y abandonados por cualquier tipo de programas asistenciales, “nos hizo darnos cuenta que la política es cero empática con los emprendedores”, por eso su misión es generar la conciencia de que proteja al emprendedor, a quien si no trabaja, no come; si no tiene recursos económicos, no puede acceder a un crédito de vivienda y vive el día a día.

Desde pequeño ha vivido en el distrito que hoy desea representar, y durante su actividad como funcionario público, le dio la oportunidad de recorrerlo en su totalidad y las diferencias que existen aun cuando se habla de una misma zona geográfica; por lo que sus necesidades no serán las mismas.

Continuidad en obras

Algo que para Shonobi, como para muchos duranguenses es la falta de continuidad en las obras, y un ejemplo claro es la construcción de la Ciclovía del bulevar Domingo Arrieta, uno de los más transitados en la ciudad de Durango, pues el proyecto fue abandonado por las últimas administraciones.

“Tiene que haber una continuidad de obra para que Durango crezca, se desarrolle y seamos una ciudad colonial turística, porque por ahí podemos generar más ingresos para el estado”, dijo al interesarse en la forma de hacer crecer la infraestructura y sus atracciones, como los festivales culturales a los que por separado se les destina presupuesto, sin que este les permita organizar uno de calidad internacional.