En cuatro lustros dedicados a la venta de helados en distintos puntos de la ciudad, principalmente en las inmediaciones de los parques Guadiana y Sahutoba, Javier jamás había vivido una escasez tan prolongada y acentuada como la que ha generado la contingencia sanitaria por el Covid-19, al grado, afirma, de querer derramar lágrimas, pues aunque no tiene dependientes económicos, padece a extremo la falta de dinero.
Javier Domínguez Martínez, vecino de la colonia Santa María al noroeste citadino, lamenta la situación propia, empero, a la vez, le aflige la circunstancia de muchos otros que como él sustentan su ingreso económico en la venta informal por las calles, y que sí tienen que mantener familia o pagar renta.
En su caso, en más de 20 años de vender paletas de hielo en esta parte de la ciudad, afirma que nunca antes había pasado por una situación tan raquítica.
Afirma que puede llover, hacer aire, nevar incluso, y poco a poco sus productos se venden, porque no falta el estudiante, el ama de casa, el atleta o la familia que en su recorrido le compre; normalmente durante el día, la venta va más allá de los 500 pesos y hoy, no pasa de $50.00.
Ahora, la circunstancia es más difícil, porque las personas no circulan por las calles. Son contados aquellos que por alguna razón salen de sus domicilios y pues menos, los que se dan tiempo para comprar un helado.
Sucede que además de la zona de los parques, este trabajador realizaba su venta en planteles educativos cercanos; ante la inactividad escolar en esta parte las ventas como es lógico, se fueron hasta cero.
De esta forma, este miércoles de igual manera que los días anteriores, al menos una semana atrás, las cosas están literalmente –reitera- para llorar. Hoy mismo, en toda la mañana vendió tres paletas, menos de cincuenta pesos, de los cuales, más de la mitad como es menester, habrá de liquidarlo a la empresa distribuidora de helados y quedará con algunos 20 pesos para superar la jornada.
Javier no tiene hijos, vive solo, y aun así batalla para sostenerse, empero, llama la atención su expresión, al preocuparse por quienes sí tienen una gran necesidad, máxime quienes tienen hijos pequeños o familiares enfermos, donde el ingreso es fundamental ya no para vestir o divertirse, sino más bien para comer o para comprar medicamentos; “la situación es muy difícil”.
De igual manera, resalta su determinación de independencia, al afirmar que no le pide nada a los gobiernos. Se pronuncia porque ayuden a los que más necesitan, aunque él mismo es uno de ellos. Sin embargo, asegura que continuará haciendo la lucha de vender sus helados, hasta que en un extremo, la autoridad también se lo impida en aras de la prevención por la pandemia.