“Siempre pienso en no ir” relató Horacio González pues el estrés lo invade al momento de estar frente a la mampara para ejercer su voto, ya que equilibrase en las muletas y cruzar la boleta le represéntela un desafío tal como si estuviera en la pista de un circo.
El maestro en Filosofía está seguro que ejercer el voto es un derecho, sin embargo está acostumbrado, pues retó al sistema desde su nacimiento, al ser diagnosticado con Parálisis Cerebral Infantil (PCI) y ganarse el espacio primero en las instituciones educativas, luego en el campo laboral lo ha marcado.
“Tengo desencanto generalizado por el sistema, por todo el mecanismos, pero al final termino llenado a votar pues también se que es importante generar mecanismos y condiciones que puedan emparejar el terreno” dijo.
En particular ir a votar es un procesos que le generan estrés, ya que existe una presión por hacer las cosas precisas, “pienso en no caerme, agarra bien las boletas para que no caigan al suelo y cuando cruzo y las doblo quiero ver q las depositen en las urnas, y esa falta de control no me gusta y me causa tensión”, añadió.
El filósofo resaltó la falta de adaptabilividad, más desde el discurso de inclusión, pues se requiere que sean eficientes los procesos para las diferentes necesidades, “y así no tener el doble grado de preocupación”
Al comparar los últimos procesos de votación señaló que este (2021) en referencia con el 2018 fue más ágil, se contó con personas dispuestas a ayudar, sin embargo todo es perfectible.
Fue menos de 10 minutos los que Horacio empleó en sufragar, “tarde más en llegar a la mampara que en depositar mi voto” cometo entre risas. De igual forma dejó claro que el voto se debe visualizar en los congresos con leyes que se apliquen y no sean cortinas de humo, en las cuales se tome a la discapacidad como estandarte y nunca se traduzcan en un mejor entorno para las personas con discapacidad y la sociedad en general.