La muerte de Julio Paredes Gallegos, de 50 años de edad, un originario de Durango, pero con residencia en Estados Unidos, removió los corazones de los duranguenses, de propios y extraños, quienes se conmueven aún más al ver cómo el hombre es recordado por su familia a través de las redes sociales, plataformas que fungen como un desahogo en medio del luto.
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Es nuevamente su hija, de nombre Salma, quien ahora desde su perfil de Facebook, se refirió a su padre, a quien describe como una persona trabajadora, estudiosa, y luchadora, pues como muchos mexicanos, dejó su hogar duranguense para ir en busca del sueño americano, el cual logró, pero que desafortunadamente se vio truncado por su muerte, cuando ya disfrutaba, como dice el dicho, de las mieles del éxito.
“Mi papi reconocía el valor de la educación. Es algo que siempre nos inculcó. Aunque le dolió dejar atrás su hogar, vino a los Estados Unidos con un sueño. Sabía que ésta era la oportunidad para traer una vida mejor para él y su familia. Arlington, Texas, se convirtió en nuestro nuevo hogar”, comienza un largo texto que también se vuelve duro de leer, y que pudiera sacar unas cuantas lagrimas.
Julio Paredes era reconocido por su labor como abogado, y es que eran muchos sus clientes, a quienes daba resultados, lo que le permitía ganar más y más fama como uno de los mejores en el vecino país. Según cuenta Salma, en esa labor encontró su misión el hombre que fue atropellado el 24 de julio en las instalaciones de la Feria Nacional Durango, situación que horas más tarde terminó con su vida.
“Trabajó duro en múltiples empleos, aprendió inglés, y aprendió preparar impuestos para el mismo y su familia. Lo que comenzó como ayudar a su familia y amigos se convirtió en un ingreso para salir adelante. A medida que su negocio y su familia crecían, sintió en su corazón que podía hacer más por su comunidad. Su clientela de impuestos era mayormente inmigrantes hispanos que, como él, también vinieron a este país para trabajar duro, tener una mejor vida y lograr el sueño americano, pero no podían por no tener documentos. Se dedicó a esta misión. Nos dijo que sentía un llamado de Dios, que no había completado su propósito, que podía hacer mucho más. Mientras equilibraba su negocio y sacaba adelante a su familia de cinco hijos, se atrevo a continuar su educación a los 39 años”.
El hombre estudió y se preparó, lo que generó que su familia estuviera aún más orgullosa de él; en sus redes sociales se observan fotografías de cómo era festejado y acompañado en los pasos importantes de su preparación profesional.
“Con orgullo asistió a Tarrant County College Southeast y completó sus estudios en un año. Nunca perdió el tiempo y luego fue a la University of Texas en Arlington, donde se destacó y terminó su licenciatura en negocios en dos años. Sin descanso, continuó con su objetivo de convertirse en abogado. Fue aceptado con orgullo en la University of North Texas Dallas College of Law. Hizo amistades, pasó horas como voluntario y siguió ayudando a su comunidad con todo lo que podía. En los últimos años, creció su propia práctica y se convirtió en mentor para estudiantes en la misma escuela a la que asistió. Aunque estaba increíblemente orgullosa y asombrada de él, yo le rogaba que se relajara un poco para pasar más tiempo con nosotros”.
“Había estado luchando con problemas de salud debido a la enorme cantidad de trabajo y estrés que estaba manejando. Con sus negocios, sus casos legales, su familia aquí en Texas, su familia en México, el siempre se ponía a sí mismo en último lugar. Pero era tan terco; cuando se proponía algo, nada lo desviaba de su objetivo. Yo agradecía que se tomara un tiempo cada año para regresar a su hogar, ver a su familia y amigos, y simplemente respirar”.