/ lunes 18 de noviembre de 2024

Una duranguense y un italiano crean espectáculos de flow art por el mundo; ¡de película!

Lizeth Soto, una joven duranguense, y Andrea Veneziani, un italiano, encontraron el amor en Playa del Carmen durante la pandemia; juntos crearon un espectáculo llamado Niños Salvajes

Parece historia de película o novela, pero es muy real y comenzó en época de pandemia. El destino y el espíritu viajero de ambos, llevó a Lizeth Soto, una joven duranguense de 27 años de edad, y a Andrea Veneziani, un italiano de 34 años, a encontrar el amor en Playa del Carmen; al poco tiempo se sabían el uno para el otro, comenzaron una relación, se casaron, y ahora están construyendo una vida juntos llena de arte, exploración y aventuras. Él aprendió español, y ella italiano.

Ella creció en un entorno familiar ligado a la ganadería y al comercio. Desde pequeña, aprendió el valor del trabajo y la creatividad, gracias a su padre carnicero y su madre comerciante. Con una licenciatura en mercadotecnia por la Universidad Tecnológica de Durango (UTD), Lizeth decidió dejar atrás su ciudad natal para emprender nuevos caminos.

La historia de Lizeth y Andrea, los niños salvajes / Foto: Kathia Gamero / El Sol de Durango

En busca de nuevas experiencias y desafíos, llegó a Playa del Carmen, donde empezó a trabajar en tiendas de ropa y a pintar en vestidos, dando así sus primeros pasos en el mundo del arte. Con el tiempo, descubrió su pasión por el circo, disciplina en la que se ha especializado y que hoy en día forma parte fundamental de su vida.

Por su parte, Andrea Veneziani, nacido en Piacenza, Italia, es un hombre cuya vida ha estado marcada por su pasión por los viajes y el descubrimiento. Desde muy joven, Andrea dejó su hogar y comenzó a recorrer el mundo, motivado por su amor por la historia y las culturas. Vivió en Egipto, Londres y otros destinos antes de llegar a México, donde conoció a varios compatriotas mexicanos que lo invitaron a Playa del Carmen. Fue ahí donde su vida tomó un giro inesperado al conocer a Lizeth.

La historia de Lizeth y Andrea, los niños salvajes / Foto: Kathia Gamero / El Sol de Durango

“Fue una conexión instantánea, decimos siempre que nos estábamos buscando y nos encontramos”, expresó Lizeth Soto.

El resto de la historia es lo que los trae hasta aquí; primero, en el 2021, luego que el COVID provocó que Liz perdiera a su madre, ambos buscaron seguir con el negocio que ella tenía, que era una cocina económica.

Pero ahora con un toque italiano, sin embargo, aunque aprendieron, se dieron cuenta que estar mucho tiempo ahí no era su felicidad. En ese tenor se regresaron a Europa, donde unos amigos los invitaron a una residencia de malabaristas para prepararse para los festivales de verano.

La historia de Lizeth y Andrea, los niños salvajes / Foto Cortesía Gian Amin Lbabouz

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Fue en Portugal, donde permanecieron alrededor de un mes trabajando y entrenando. Liz descubrió que esto era lo que ella quería hacer, y más si era junto a Andrea Veneziani. De ahí se fueron a Alemania a trabajar en un festival. Fueron creando sus shows, siguieron aprendiendo, ingresaron a una agencia de animación.

“…hasta que en el 2022 (…) dijimos ‘hay que meternos a hacer un espectáculo’. Nos metimos a eso, empezamos a crear, escribimos y creamos nuestro primer show de ‘Scacchi Matti’, se significa jaque mate, y ahí son nuestros primeros personajes”, contó Liz.

Y según explica Andrea, todo empezó a fluir con mayor seriedad desde diciembre del año 2023, porque después del primer show para darse a conocer, todo se fue dando; invirtieron más en su presentación.

“Cuando terminó la navidad tuvimos un boom, a la gente le gustó mucho”. Y ahora se presentan con su proyecto de artes escénicas llamado Niños Salvajes, donde han logrado cautivar al público de diversas partes del mundo, entre ellos claramente Durango e Italia.

“Hago malabares desde que tengo 13 o 14 años, siempre fue una aptitud; me gustó mucho jugar y aprender mucho de otros. Hasta que encontré a esta increíble muchacha, a Liz, y decidimos empezar este proyecto juntos, y nos dimos tiempo por aprender bien, tiempo por ensayar, y creo que en tres años de buen trabajo, bien organizados, sacamos un buen producto que ahora nos permite viajar por el mundo y vivir de esto”, contó para El Sol de Durango Andrea Veneziani.

“Nosotros hacemos flow art, porque es una manipulación de un objeto; la definición de malabarista es diferente, es tener cinco objetos como mínimo”, explicó Liz.

La historia de Lizeth y Andrea, los niños salvajes / Foto: Kathia Gamero / El Sol de Durango

Para ello viajan con sus juguetes, vestuarios, y sobre todo las ganas, pasión y “la buena vibra”. Hoy se encuentran en Durango, dando show por las tardes sobre el Corredor Constitución, y dentro de algunas semanas tomarán un nuevo rumbo, para conocer más, pero también para entretener más.

“Salimos con la mochila llena de juguetes, vestuarios (…) lo más bonito de nuestro trabajo es compartir con los niños, porque te recuerda mucho que todos fuimos niños, y que a todos nos gusta jugar, reír, divertirnos, pero a veces nos olvidamos, de ahí nace nuestro nombre Niños Salvajes”.

La historia de Lizeth y Andrea, los niños salvajes / Foto Cortesía Gian Amin Lbabouz

Parece historia de película o novela, pero es muy real y comenzó en época de pandemia. El destino y el espíritu viajero de ambos, llevó a Lizeth Soto, una joven duranguense de 27 años de edad, y a Andrea Veneziani, un italiano de 34 años, a encontrar el amor en Playa del Carmen; al poco tiempo se sabían el uno para el otro, comenzaron una relación, se casaron, y ahora están construyendo una vida juntos llena de arte, exploración y aventuras. Él aprendió español, y ella italiano.

Ella creció en un entorno familiar ligado a la ganadería y al comercio. Desde pequeña, aprendió el valor del trabajo y la creatividad, gracias a su padre carnicero y su madre comerciante. Con una licenciatura en mercadotecnia por la Universidad Tecnológica de Durango (UTD), Lizeth decidió dejar atrás su ciudad natal para emprender nuevos caminos.

La historia de Lizeth y Andrea, los niños salvajes / Foto: Kathia Gamero / El Sol de Durango

En busca de nuevas experiencias y desafíos, llegó a Playa del Carmen, donde empezó a trabajar en tiendas de ropa y a pintar en vestidos, dando así sus primeros pasos en el mundo del arte. Con el tiempo, descubrió su pasión por el circo, disciplina en la que se ha especializado y que hoy en día forma parte fundamental de su vida.

Por su parte, Andrea Veneziani, nacido en Piacenza, Italia, es un hombre cuya vida ha estado marcada por su pasión por los viajes y el descubrimiento. Desde muy joven, Andrea dejó su hogar y comenzó a recorrer el mundo, motivado por su amor por la historia y las culturas. Vivió en Egipto, Londres y otros destinos antes de llegar a México, donde conoció a varios compatriotas mexicanos que lo invitaron a Playa del Carmen. Fue ahí donde su vida tomó un giro inesperado al conocer a Lizeth.

La historia de Lizeth y Andrea, los niños salvajes / Foto: Kathia Gamero / El Sol de Durango

“Fue una conexión instantánea, decimos siempre que nos estábamos buscando y nos encontramos”, expresó Lizeth Soto.

El resto de la historia es lo que los trae hasta aquí; primero, en el 2021, luego que el COVID provocó que Liz perdiera a su madre, ambos buscaron seguir con el negocio que ella tenía, que era una cocina económica.

Pero ahora con un toque italiano, sin embargo, aunque aprendieron, se dieron cuenta que estar mucho tiempo ahí no era su felicidad. En ese tenor se regresaron a Europa, donde unos amigos los invitaron a una residencia de malabaristas para prepararse para los festivales de verano.

La historia de Lizeth y Andrea, los niños salvajes / Foto Cortesía Gian Amin Lbabouz

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Fue en Portugal, donde permanecieron alrededor de un mes trabajando y entrenando. Liz descubrió que esto era lo que ella quería hacer, y más si era junto a Andrea Veneziani. De ahí se fueron a Alemania a trabajar en un festival. Fueron creando sus shows, siguieron aprendiendo, ingresaron a una agencia de animación.

“…hasta que en el 2022 (…) dijimos ‘hay que meternos a hacer un espectáculo’. Nos metimos a eso, empezamos a crear, escribimos y creamos nuestro primer show de ‘Scacchi Matti’, se significa jaque mate, y ahí son nuestros primeros personajes”, contó Liz.

Y según explica Andrea, todo empezó a fluir con mayor seriedad desde diciembre del año 2023, porque después del primer show para darse a conocer, todo se fue dando; invirtieron más en su presentación.

“Cuando terminó la navidad tuvimos un boom, a la gente le gustó mucho”. Y ahora se presentan con su proyecto de artes escénicas llamado Niños Salvajes, donde han logrado cautivar al público de diversas partes del mundo, entre ellos claramente Durango e Italia.

“Hago malabares desde que tengo 13 o 14 años, siempre fue una aptitud; me gustó mucho jugar y aprender mucho de otros. Hasta que encontré a esta increíble muchacha, a Liz, y decidimos empezar este proyecto juntos, y nos dimos tiempo por aprender bien, tiempo por ensayar, y creo que en tres años de buen trabajo, bien organizados, sacamos un buen producto que ahora nos permite viajar por el mundo y vivir de esto”, contó para El Sol de Durango Andrea Veneziani.

“Nosotros hacemos flow art, porque es una manipulación de un objeto; la definición de malabarista es diferente, es tener cinco objetos como mínimo”, explicó Liz.

La historia de Lizeth y Andrea, los niños salvajes / Foto: Kathia Gamero / El Sol de Durango

Para ello viajan con sus juguetes, vestuarios, y sobre todo las ganas, pasión y “la buena vibra”. Hoy se encuentran en Durango, dando show por las tardes sobre el Corredor Constitución, y dentro de algunas semanas tomarán un nuevo rumbo, para conocer más, pero también para entretener más.

“Salimos con la mochila llena de juguetes, vestuarios (…) lo más bonito de nuestro trabajo es compartir con los niños, porque te recuerda mucho que todos fuimos niños, y que a todos nos gusta jugar, reír, divertirnos, pero a veces nos olvidamos, de ahí nace nuestro nombre Niños Salvajes”.

La historia de Lizeth y Andrea, los niños salvajes / Foto Cortesía Gian Amin Lbabouz

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