Cuando un deseo es ferviente y se trabaja en construirlo se pueden obtener resultados extraordinarios, sin embargo, en algunas ocasiones el camino para llegar a este es difícil en diversos contextos. La historia que leerás a continuación es una que nos enseña que con perseverancia y pasión puedes romper cualquier estereotipo y regalar al mundo una luz que inspire a otros.
En entrevista para El Sol de Durango María Elena Cornejo Esparza, Vocal Ejecutiva de la Junta Local del Instituto Nacional Electoral (INE) en Durango, se sinceró y compartió detalles sobre su vida que sin duda fueron un elemento clave para posicionarse en el lugar que se encuentra hoy en día, tanto profesional como personalmente.
A los 13 años de edad, María Elena sabía exactamente hacia qué rumbo quería dirigir su vida: el estudio, pero al venir de una familia grande esta no era una opción viable ya que en sus propias palabras “vengo de una familia grande, somos 14 de familia, ocho mujeres, seis hombres, soy la onceava en la familia, es difícil educar una familia de 14 hijos, se tienen dificultades en la cuestión económica y esto te va a obligando a abrirte caminos”, señala.
Por ello, desde muy pequeña supo que tendría que labrar su propio camino, crear oportunidades en donde otros solo pudieran percibir la diversidad. Siempre supo que su vida tenía que ir más allá de los límites que establecía la sociedad de esa época.
“Desde niña me gustaba estudiar, soy de una generación donde si eras mujer no podías estudiar, decían que para qué estudiaba si ya había aprendido a leer y a escribir, que ya era suficiente porque además me iba a casar y a tener hijos, entonces no me iba a servir de mucho la educación”.
Sus estudios los cursó en una escuela de monjas, donde uno de sus hermanos se hacía cargo financieramente para que ella pudiera acceder a la educación. Al concluir la secundaria sigo estudiando a la par que trabajaba.
Aunado a que provenía de una familia que no estaba de acuerdo con que las mujeres estudiaran, María Elena tuvo que enfrentarse a otro estigma social: la clase económica, “eso dificultaba aún más el estudio, no solo el hecho de ser mujer sino que también el hecho de no ser de un nivel económico alto”.
Pero con esfuerzo, sacrificios y sobre todo con compromiso, pudo estudiar la carrera en Educación Primaria y posteriormente la licenciatura en Ciencias de la Educación. Durante esta etapa de su vida se rodeó de personas que la acompañaron para transitar un camino desconocido pero asombroso.
“Siempre hay gente que te está acompañando; a mi papá le impresionaba muchísimo mi fuerza porque fui la primera (de sus hijas) que dije yo quiero estudiar y no me importa que las demás no hayan querido, yo me enfrento a los estudios”. Además asegura que quienes la apoyaron y alentaron principalmente fueron sus hermanos varones y algunas de las hermanas del colegio donde estudiaba.
Pero la vida le tenía preparado un nuevo reto a encarar. Y es que la forma en que comenzó a involucrarse en actividades de materia electoral fue en sus propias palabras: azaroso.
En 1990 llegó a (IFE) por pura coincidencia, yo era directora de una escuela y buscaban un curriculum para empezar a proponer a las personas en materia de capacitación, "querían a alguien pedagogo y era difícil conseguir a alguien que pudiera apoyar, y la única que cumplía con el perfil era yo”.
Sin embargo, en ese momento se resistía porque su trabajo era principalmente con niños y adolescentes, "y era incursionar con los adultos porque era capacitarlos a todo el personal para la credencial naranja.
Me gustó el trabajo, y concursé para la vocalía de capacitación electoral y cívica en Aguascalientes, para ese momento era la única mujer en ese ámbito. Todos eran hombres en los cargos de las vocalías y no te ven bien".
Destaca que si actualmente es difícil abrirse camino en varios ámbitos "pues en ese momento era mucho más difícil, porque era un mundo de hombres. Tenían un argot propio y entonces como que les estorbas y hacían bromas no tan sencillas, pero poco a poco te vas dándote tu lugar, difícil porque tienes que poner altos y límites”.
Pero cuando asumió la Dirección de Capacitación asegura que ya no fue tan complicado, ya que volvió a concursar por la plaza después de 12 años de haber sido vocal. "Cuando eres mujer constantemente se te pide que argumentes que eres buena en lo que haces, así que yo lo hacía".
María Elena destaca que en retrospectiva cada uno de los retos que enfrentó valieron la pena, porque no solo cumplió sus metas y obtuvo una satisfacción personal y profesional, sino que con lo poco o mucho que pudo haber aportado ha abierto el camino para otras generaciones y que cada vez existan más espacios para las mujeres en cargo públicos.
"Creo en el empoderamiento de la mujer y creo que podemos las mujeres demostrar mucho más compromiso en muchas cosas, porque en general la mayoría de las mujeres somos minuciosas y tenemos un compromiso mayor", finalizó.