[VIDEO] Virginia Flores, maestra duranguense con sueños que rompen fronteras

Proveniente de una comunidad indígena de Durango, a lo largo de su vida ha enfrentado discriminación y rechazo, sin embargo, lo usa a su favor para abrir el camino a nuevas generaciones

Citlali Haros | El Sol de Durango

  · lunes 8 de marzo de 2021

Foto: Wendy Luna | El Sol de Durango

A lo largo de la historia de la humanidad, las mujeres han luchado para romper estereotipos, estigmas y discriminación para así construir oportunidades en “un mundo de hombres”. Para nada ha sido una tarea sencilla y a pesar de los distintos contextos que rodean estas historias todas se entrelazan y tienen un fin en común, un mundo más equitativo con oportunidades dignas y alcanzables para las nuevas generaciones.

En el marco del 8 de marzo en conmemoración del Día Internacional de la Mujer, realizamos una entrevista con Virginia Flores Flores, maestra y activista social duranguense, quien nos compartió su historia de lucha y éxito, que sin duda le ha abierto el camino a todas las mujeres, en especial a las que provienen de comunidades indígenas.

Originaria de la comunidad Oxonotle, en el municipio de Mezquital, Durango, la niña Virginia siempre soñó con saber que había más allá de las montañas, y con su perseverancia ha logrado recorrer lugares que de pequeña habitaban en su imaginación.

La maestra, como todos la conocen dentro y fuera de la comunidad, cursó hasta el sexto año de primaria, ya que en el año de 1971 no había secundaria en la región. Virginia formó parte de la primera generación que concluyó los estudios de primaria en esta comunidad, conformada por siete estudiantes: cinco hombres y dos mujeres.

Sin embargo ella quería continuar con sus estudios, un deseo que pronto se cristalizaría. Un maestro proveniente de Tepic, Nayarit, les habló de la oportunidad de seguir estudiando pero fuera de la comunidad. De los siete alumnos que egresaron solo ella se ánimo a irse. "Principalmente se alentaba a los hombres a que se fueran, a nosotras las mujeres pues no, pero yo levanté la mano y dije yo voy", destaca visiblemente emocionada.

"Para mí el vivir en la comunidad siempre fue una experiencia muy bonita, una etapa que disfruté muchísimo. Vivía las tradiciones, las ceremonias, sin analizar, simplemente viviéndolas, escuchando y aprendiendo, porque en ese momento no era consiente de que mi cultura era diferente a la de los habitantes del municipio", destacó.

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Al salir de su comunidad lo hizo con un propósito en mente, el aprender, pero con el tiempo se daría cuenta que con el conocimiento como su aliado buscaría regresar y aportar elementos positivos que ayudaran a su lugar de nacimiento y a su gente.

Una vez que se mudó a Nayarit Virginia se dio cuenta de la discriminación hacia las personas pertenecientes a las comunidades indígenas, "me empiezo a dar cuenta de cómo nos veía la otra parte, de la discriminación, del señalamiento, ahí es cuando hago conciencia de que yo era diferente y los otros me veían con discriminación".

Una situación difícil y de enojo pero que le sirvió como impulso para trabajar en sus aspiraciones. En sus propias palabras, asimiló la situación con tranquilidad y la impulsó a querer buscar más para su vida. En Tepic la capacitaron para convertirse en promotores culturares, "que en realidad la función era el ser maestros, estar frente a un grupo".

Sí, una mujer puede hacerlo todo

Durante su infancia y juventud Virginia nunca limitó sus actividades por ser mujer, "en aquel momento nunca pensaba que por ser mujer no podía realizar alguna actividad", señala.

La preparación que recibió le ayudó a darle vida a su sueño de ayudar en su comunidad y tener una participación activa dentro de esta. Por ello una vez que concluyó sus estudios regresó a Oxonotle para aportar. Inmediatamente comenzó a involucrarse en los asuntos internos de la comunidad, "y como nos decían que nosotros teníamos que ver por el bienestar de la comunidad en todos los aspectos, yo me lo tomé muy en serio".

Ella comenzó a desempeñar su papel como maestra en Santa María de Ocotán, Durango, donde también participaba en las asambleas comunitarias, a las cuales también asistían mujeres, pero comenzó a percatarse que ellas no participaban.

"Se ponían hasta atrás y luego cargaban con el niño, uno en la espalda otro en la mano, solo al momento de que el punto zutanito aprobar, y yo veía que hasta el esposo le levantaba la mano para votar", algo que la impresionó pero que a la vez la llevó a concluir que como las mujeres no se enteraban de los asuntos de la comunidad no podían participar, así que decidió comenzarse a informarse respecto a las cuestiones internas de la comunidad para poder tener una voz activa.

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El participar activamente en la comunidad le ayudó a darse cuenta del rechazo que existe hacia la mujer, "¿cómo me di cuenta? ¿Cómo lo viví y lo sentí? Cuando tuve la brillante idea de participar en un ámbito solo para hombres, yo veía tantos problemas en la comunidad sobre el tema de la explotación del bosque", pero pronto notó que su voz no era escuchada por los hombres por lo que buscó convertirse en comisariada, una situación que pronto le ayudaría a entender la realidad de las mujeres.

"Ahí sí me di cuenta del rechazo de frente, real de los hombres. Me decían 'no mira maestra es que tú lo que necesitas es ir a tu casa a cuidar a tus hijos'. Me acuerdo que un ex alumno me dijo 'mira maestra es que tú puedes hacer otras cosas y déjanos este lugar".

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Incluso algunas mujeres le decían que no entendían por qué se comportaba así, "me decían 'no maestra, tú crees que yo me voy a animar a hacer eso, ve todo lo que te gritan y todo lo que dicen los señores'. Claro que también había hombres que me defendían y se enfrentaban con los otros para que respetaran mi lugar".

Pero lejos de aminorar su ánimo, estas duras palabras la impulsaron para querer obtener aquellos puestos y lugares que "no eran para mujeres". "No por ello paré ni me confronté con ellos, ese no es mi estilo, yo lo demuestro con trabajo".

Sueños que rompen fronteras

Poco a poco y sin esperarlo, la maestra comenzó a involucrarse en el ámbito político pero ella señala que no se considera una mujer de política, "hay quien dice oiga pues usted es política, usted es líder, yo lo único que digo es que cuando hay una situación a mí lo que me mueve es cuál es la motivación interna, entonces yo participo, me involucró y buscó solucionar la situación y participo".

Sin embargo aclara que respeta a las compañeras y compañeros que se involucran en la política. "A mí me gusta andar con la gente en la comunidad, viviendo ahí, porque eso es para mí muy importante, porque de esa manera es cómo me doy cuenta de qué es lo que pasa, me gusta escuchar las voces de los habitantes, para mí es una enseñanza".

Cabe destacar que la maestra Virginia fue la primer mujer proveniente de una comunidad indígena en dirigir el Departamento de Educación Indígena a nivel estatal en Durango.

Así como también se convirtió en la primer mujer indígena en ocupar un lugar dentro del Congreso del estado de Durango. "En aquel momento, como mujer indígena, yo aquí en el estado y con políticas reconocidas, yo fui discriminada, no solo era al interior de la comunidad", señala.

Pero su labor trasciende fronteras, ya que ha participado en congresos nacionales e internacionales con el tema de la mujer, en Perú y Ecuador, por mencionar algunos países.

Y ha sido invitada varias veces como exponente en la Organización de las Naciones Unidades (ONU). La primera vez recibió la invitación por parte de una organización de Estados Unidos, "me invitaron por un contacto con unos hermanos indígenas de Phoenix, Arizona, y fue a través de ellos".

Finalmente la maestra señala que si tuviera la oportunidad de hablar con su niña de 10 años le diría que "que bueno que tuvo ese valor, esa fuerza, esa visión pero sobre todo ese interés por contribuir a la comunidad, eso lo rescato con mucha melancolía, y que la vida me ha dado la oportunidad de cumplir ese propósito personal".

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