/ jueves 18 de agosto de 2022

Cadáveres de la batalla de Waterloo fueron robados por campesinos para hacer azúcar

Pobladores, conscientes del valor de los huesos, desenterraron los cadáveres para recuperar los restos óseos y los vendieron como si fueran de origen animal

Miles de cuerpos de soldados y caballos que perdieron la vida durante la batalla de Waterloo en 1815 desaparecieron, ahora, después de más de 200 años, historiadores descubieron que los lugareños los robaron y utilizaron sus huesos para blanquear azúcar de remolacha.


En los años que siguieron a la célebre batalla que supuso la victoria del duque de Wellington frente al emperador Napoleón, en la que murieron entre 10 mil y 30 mil soldados franceses, británicos, alemanes y holandeses, los cadáveres fueron desenterrados y vendidos a la industria azucarera.

Puedes leer también: Escultura prehispánica hallada hace 20 años probaría el colapso de Teotihuacán


El historiador belga Bernard Wilkin, responsable de los Archivos del Estado en Lieja, explica en una información publicada este jueves por la radiotelevisión pública belga RTBF que hacia 1820 en los alrededores de Waterloo la remolacha suplantó al trigo.

"Se estableció la industria azucarera, con hornos de huesos. El valor de mercado de los huesos, teóricamente animales, se disparó", prosigue Wilkin sobre los años que siguieron a una batalla en la que también murieron miles de caballos de los que tampoco se encontraron esqueletos.

Los campesinos de la zona, conscientes del valor de los huesos y al saber dónde se encontraban las fosas comunes, habrían desenterrado los cadáveres para recuperar los restos óseos y venderlos como si fueran de origen animal para que en esos altos hornos se hiciera con ellos un polvo negro que filtraba el jarabe de azúcar.

"A partir de 1834, las fuentes escritas muestran que los incidentes se multiplican: los viajeros informan haber visto los cuerpos desenterrados, parlamentarios denuncian tráfico de 'huesos putrefactos' y el alcalde de Braine l'Alleud (localidad aledaña a Waterloo), advierte con un cartel que las exhumaciones están prohibidas y son punibles", dice el historiador.


En los archivos comunales de ese municipio hay documentos que muestran que el alcalde "hablaba claramente de la exhumación de cadáveres para comerciar con ellos", advierte contra esa práctica y recuerda a la población que está penada por el artículo 360 del Código Penal de la época.

La investigación, en la que han participado también el profesor de Arqueología de la Universidad de Glasgow Tony Pollard y el historiador alemán Robin Schäfer, ha permitido hallar docenas de documentos en archivos belgas, franceses y alemanes que apoyan su tesis.

Los datos obtenidos de los debates parlamentarios de Bélgica apuntan a que el país no exportó huesos a Francia entre 1832 y 1833 y que el comercio de esa materia se disparó a partir de 1834, cuando se vendieron al país 350 mil kilos de restos óseos.

Trabajos anteriores de Pollard habían mostrado que algunos huesos de los muertos de Waterloo se habían triturado y empleado para fabricar fertilizantes, recuerda el Daily Mail.

Por los huesos se llegaba a pagar cientos de miles de francos de la época, varias veces lo que puede ganar un trabajador en toda su vida, agrega el historiador belga en su testimonio a la radiotelevisión pública, que se pregunta si ese azúcar llegó a los pasteles de la época y si los ancestros de los belgas actuales "eran caníbales".



ESCUCHA EL PODCAST⬇️

Disponible en: Acast, Spotify, Apple Podcasts, Google Podcasts, Deezer y Amazon Music

Miles de cuerpos de soldados y caballos que perdieron la vida durante la batalla de Waterloo en 1815 desaparecieron, ahora, después de más de 200 años, historiadores descubieron que los lugareños los robaron y utilizaron sus huesos para blanquear azúcar de remolacha.


En los años que siguieron a la célebre batalla que supuso la victoria del duque de Wellington frente al emperador Napoleón, en la que murieron entre 10 mil y 30 mil soldados franceses, británicos, alemanes y holandeses, los cadáveres fueron desenterrados y vendidos a la industria azucarera.

Puedes leer también: Escultura prehispánica hallada hace 20 años probaría el colapso de Teotihuacán


El historiador belga Bernard Wilkin, responsable de los Archivos del Estado en Lieja, explica en una información publicada este jueves por la radiotelevisión pública belga RTBF que hacia 1820 en los alrededores de Waterloo la remolacha suplantó al trigo.

"Se estableció la industria azucarera, con hornos de huesos. El valor de mercado de los huesos, teóricamente animales, se disparó", prosigue Wilkin sobre los años que siguieron a una batalla en la que también murieron miles de caballos de los que tampoco se encontraron esqueletos.

Los campesinos de la zona, conscientes del valor de los huesos y al saber dónde se encontraban las fosas comunes, habrían desenterrado los cadáveres para recuperar los restos óseos y venderlos como si fueran de origen animal para que en esos altos hornos se hiciera con ellos un polvo negro que filtraba el jarabe de azúcar.

"A partir de 1834, las fuentes escritas muestran que los incidentes se multiplican: los viajeros informan haber visto los cuerpos desenterrados, parlamentarios denuncian tráfico de 'huesos putrefactos' y el alcalde de Braine l'Alleud (localidad aledaña a Waterloo), advierte con un cartel que las exhumaciones están prohibidas y son punibles", dice el historiador.


En los archivos comunales de ese municipio hay documentos que muestran que el alcalde "hablaba claramente de la exhumación de cadáveres para comerciar con ellos", advierte contra esa práctica y recuerda a la población que está penada por el artículo 360 del Código Penal de la época.

La investigación, en la que han participado también el profesor de Arqueología de la Universidad de Glasgow Tony Pollard y el historiador alemán Robin Schäfer, ha permitido hallar docenas de documentos en archivos belgas, franceses y alemanes que apoyan su tesis.

Los datos obtenidos de los debates parlamentarios de Bélgica apuntan a que el país no exportó huesos a Francia entre 1832 y 1833 y que el comercio de esa materia se disparó a partir de 1834, cuando se vendieron al país 350 mil kilos de restos óseos.

Trabajos anteriores de Pollard habían mostrado que algunos huesos de los muertos de Waterloo se habían triturado y empleado para fabricar fertilizantes, recuerda el Daily Mail.

Por los huesos se llegaba a pagar cientos de miles de francos de la época, varias veces lo que puede ganar un trabajador en toda su vida, agrega el historiador belga en su testimonio a la radiotelevisión pública, que se pregunta si ese azúcar llegó a los pasteles de la época y si los ancestros de los belgas actuales "eran caníbales".



ESCUCHA EL PODCAST⬇️

Disponible en: Acast, Spotify, Apple Podcasts, Google Podcasts, Deezer y Amazon Music

Local

Piden a productores no vender el ganado hasta la apertura de la frontera con EU

El presidente de la Unión Ganadera Regional de Durango, aconsejó mantenerse atentos a las indicaciones para que se retomen los precios que se tienen en la actualidad

Policiaca

Atropellan a peatón en camino vecinal

Cuando caminaba por la carretera que va del poblado Coyotes a Banderas del Águila, un hombre de 34 años de edad murió atropellado por el conductor de una camioneta

Local

Colectivas recuerdan a mujeres que mueren víctimas de violencia de género

La activista Julieta Hernández Camargo señaló que de seis años a la fecha, la la violencia de género en Durango lejos de disminuirse ha avanzado a pasos agigantados

Doble Vía

¡Cuidado! Médico duranguense alerta para no usar agua oxigenada en heridas

Si bien esta sustancia sí es desinfectante “…eso no quiere decir que tenga que ponerse en la herida”, pues su principal problema es que daña el tejido vivo

Local

Niegan amparo a Rafael Mier Cisneros para reponer el proceso electoral de la UJED

Rafael Mier reconoció que la resolución a esta queja no les fue favorable, por lo que ha decidido retirarse de la contienda

Local

Netflix se “reboruja” y quiere saber qué es lo más bonito de Durango; ¿qué responderías?

La serie llamada Las hermanas Guerra ha puesto sobre la mesa nuevamente a Durango, y es Netflix quien desea conocer más de la tierra del cine