/ lunes 7 de noviembre de 2022

Política climática global llega en entredicho a la COP27

Cuatro estrategias son fundamentales para avanzar en la atención de la emergencia y poder reducir las emisiones de CO2 mundiales

La 27a Conferencia de las Partes de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático (CMNUCC) arrancó en Sharm El Sheikh, Egipto, y se celebrará del 6 al 18 de noviembre. La COP 27 representa un paso más hacia el cumplimiento del Acuerdo de París, y la gran pregunta es ¿qué está en juego y/o qué determinará el éxito de la conferencia?

Recordemos primero que el libro de reglas del Acuerdo de París fue completado en la COP26, esto quiere decir que las reglas del juego están establecidas, y ahora pasamos a la fase de implementación acelerada para cumplir con los objetivos plasmados en el Acuerdo.

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La implementación depende de muchas cosas, pero una de las piezas fundamentales son las Contribuciones Nacionalmente Determinadas (NDCs, por su nombre en inglés). Las NDCs son las medidas que los países han establecido para dar cumplimiento al Acuerdo. Si bien otros instrumentos como las Políticas Nacionales de Adaptación son importantes, las NDCs son las que, en teoría, reflejan los compromisos adquiridos.

No obstante, y de acuerdo con el último informe del Programa de Naciones Unidas sobre Medio Ambiente (PNUD, 2022), las NDCs actuales no alcanzan para cumplir con el objetivo de reducir las emisiones y evitar un aumento de más de 1.5°C de temperatura planetaria. Las emisiones actuales posicionan al mundo en una trayectoria de un aumento de más de 2°C. En realidad nos lleva a un escenario de cerca de 3°C. Esto lo sabíamos en 2020 y, sin embargo, lejos de aumentar la ambición vimos un escenario de retroceso.

La guerra de Rusia contra Ucrania trajo muchas preguntas sobre el futuro del sector de los combustibles fósiles, pero los países reactivaron y aceleraron sus inversiones en la producción de más combustibles. Sí, es como si un enfermo terminal de cáncer de pulmón se comprara y fumara una cajetilla de cigarros al día.

Entonces, llegamos a la COP27 con una fallida política climática a nivel global. Y es que las políticas no reflejan lo que ha sugerido la ciencia. Pero el fracaso político y del sector financiero no puede frenarnos como ciudadanía, debe llevarnos a cambiar radicalmente el escenario.

En la COP 27 hay al menos cuatro cosas en juego:

1. Pérdidas y daños como muestra de la respuesta tardía. Ante la pésima capacidad de mitigar los gases de efecto invernadero, los eventos hidrometeorológicos siguen avanzando y con ellos más pérdidas y daños, muchos de ellos irreversibles. Por ello países en desarrollo piden que en la COP27 se acuerde la creación de una facilidad financiera para atender estas pérdidas y daños, lo cual es clave,

2. Financiamiento basado en necesidades. El compromiso de movilizar 100 mil millones de dólares de manera anual a partir de 2020 no sólo no se ha cumplido, sino que es insuficiente. Con datos de países en desarrollo, se estima que se necesitan 5.8 trillones de dólares para implementar las NDCs hacia 2030, un promedio de 589 mil millones de dólares anuales.

Si embargo, el problema no es sólo la falta de una estimación fehaciente, sino que los flujos de financiamiento que hoy circulan, al menos de países desarrollados a países en desarrollo, sólo representan el 13 por ciento de lo que se requiere. Por ello, un aspecto fundamental es que la nueva meta colectiva y cuantificable de financiamiento debe estar basada en las necesidades de países en desarrollo y realmente lograr una transformación en cómo se otorga el financiamiento. Esto implica mejorar esquemas de acceso pues de esto depende la efectividad del financiamiento en los años por venir.

Esto también le corresponde al sector financiero, quienes deben pasar de un enfoque voluntario a un enfoque que les obligue a alinear sus finanzas con el artículo 2.1.c del Acuerdo, que señala que los flujos financieros (todos) deben ser consistentes con el desarrollo bajo en emisiones y resiliente al clima.

3. La adaptación al mismo nivel de importancia que la mitigación. Desde la creación de la CMNUCC, la adaptación ha sido uno de los ejes menos atendidos desde la visión de política y financiamiento. Se pensaba que enfocar esfuerzos en la mitigación ayudaría a aminorar las necesidades de adaptación. Sin embargo, los países fallaron tanto en reducir emisiones como en reducir la vulnerabilidad.

La meta de adaptación es un tema central en la discusión y su cumplimiento depende de muchas cosas, pero una de las más importantes es el financiamiento. Menos del 10 por ciento de este va a la adaptación a nivel global (CPF, 2022). Esto debe cambiar. Los países desarrollados se comprometieron a duplicar el financiamiento para adaptación hacia el 2024, pero es insuficiente. Requiere al menos aumentar diez veces para lograr un balance. Sin ese financiamiento para la adaptación estaremos peor preparados para la crisis y habrá más pérdidas y daños.

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4. La meta de reducción de emisiones y del 1.5°C no debe claudicar. Reducir las emisiones en 45 por ciento hacia el 2030 es una meta que parece alejarse de la realidad global. Sin embargo, los países no deben claudicar en ella. Se claudicó en la meta de estabilizar las emisiones en 350 partes por millón, ahora sólo quedó como nombre de una organización internacional. Pero la meta del 1.5°C no debe dejarse de lado y para ello es fundamental insistir en la salida de los subsidios a los combustibles fósiles y en la reducción acelerada de las emisiones de metano. Esto último no puede quedar en un acuerdo voluntario como ahora, debe quedar plasmado en el texto final alcanzado en la COP27.

Estas cuatro piezas son fundamentales para avanzar en la atención de la emergencia climática. Hay muchos otros aspectos transversales que se deben cuidar, como el empeoramiento climático, la agenda de género y derechos humanos, así como los temas de transparencia, todos ellos deben fortalecerse de manera paralela.

Recordemos que cada COP tiene un objetivo, es decir, no hay una sola conferencia que lo va a resolver todo. Pero son los pasos firmes los que determinan el avance efectivo hacia la atención del problema.

Si la comunidad política ya falló, hay que cobrarlo con creces. Sin embargo, la comunidad científica y social no deben ceder; por el contrario, debemos incrementar las demandas para alcanzar los objetivos deseados. Si para ello tenemos que romper con las formas, hagámoslo.



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La 27a Conferencia de las Partes de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático (CMNUCC) arrancó en Sharm El Sheikh, Egipto, y se celebrará del 6 al 18 de noviembre. La COP 27 representa un paso más hacia el cumplimiento del Acuerdo de París, y la gran pregunta es ¿qué está en juego y/o qué determinará el éxito de la conferencia?

Recordemos primero que el libro de reglas del Acuerdo de París fue completado en la COP26, esto quiere decir que las reglas del juego están establecidas, y ahora pasamos a la fase de implementación acelerada para cumplir con los objetivos plasmados en el Acuerdo.

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La implementación depende de muchas cosas, pero una de las piezas fundamentales son las Contribuciones Nacionalmente Determinadas (NDCs, por su nombre en inglés). Las NDCs son las medidas que los países han establecido para dar cumplimiento al Acuerdo. Si bien otros instrumentos como las Políticas Nacionales de Adaptación son importantes, las NDCs son las que, en teoría, reflejan los compromisos adquiridos.

No obstante, y de acuerdo con el último informe del Programa de Naciones Unidas sobre Medio Ambiente (PNUD, 2022), las NDCs actuales no alcanzan para cumplir con el objetivo de reducir las emisiones y evitar un aumento de más de 1.5°C de temperatura planetaria. Las emisiones actuales posicionan al mundo en una trayectoria de un aumento de más de 2°C. En realidad nos lleva a un escenario de cerca de 3°C. Esto lo sabíamos en 2020 y, sin embargo, lejos de aumentar la ambición vimos un escenario de retroceso.

La guerra de Rusia contra Ucrania trajo muchas preguntas sobre el futuro del sector de los combustibles fósiles, pero los países reactivaron y aceleraron sus inversiones en la producción de más combustibles. Sí, es como si un enfermo terminal de cáncer de pulmón se comprara y fumara una cajetilla de cigarros al día.

Entonces, llegamos a la COP27 con una fallida política climática a nivel global. Y es que las políticas no reflejan lo que ha sugerido la ciencia. Pero el fracaso político y del sector financiero no puede frenarnos como ciudadanía, debe llevarnos a cambiar radicalmente el escenario.

En la COP 27 hay al menos cuatro cosas en juego:

1. Pérdidas y daños como muestra de la respuesta tardía. Ante la pésima capacidad de mitigar los gases de efecto invernadero, los eventos hidrometeorológicos siguen avanzando y con ellos más pérdidas y daños, muchos de ellos irreversibles. Por ello países en desarrollo piden que en la COP27 se acuerde la creación de una facilidad financiera para atender estas pérdidas y daños, lo cual es clave,

2. Financiamiento basado en necesidades. El compromiso de movilizar 100 mil millones de dólares de manera anual a partir de 2020 no sólo no se ha cumplido, sino que es insuficiente. Con datos de países en desarrollo, se estima que se necesitan 5.8 trillones de dólares para implementar las NDCs hacia 2030, un promedio de 589 mil millones de dólares anuales.

Si embargo, el problema no es sólo la falta de una estimación fehaciente, sino que los flujos de financiamiento que hoy circulan, al menos de países desarrollados a países en desarrollo, sólo representan el 13 por ciento de lo que se requiere. Por ello, un aspecto fundamental es que la nueva meta colectiva y cuantificable de financiamiento debe estar basada en las necesidades de países en desarrollo y realmente lograr una transformación en cómo se otorga el financiamiento. Esto implica mejorar esquemas de acceso pues de esto depende la efectividad del financiamiento en los años por venir.

Esto también le corresponde al sector financiero, quienes deben pasar de un enfoque voluntario a un enfoque que les obligue a alinear sus finanzas con el artículo 2.1.c del Acuerdo, que señala que los flujos financieros (todos) deben ser consistentes con el desarrollo bajo en emisiones y resiliente al clima.

3. La adaptación al mismo nivel de importancia que la mitigación. Desde la creación de la CMNUCC, la adaptación ha sido uno de los ejes menos atendidos desde la visión de política y financiamiento. Se pensaba que enfocar esfuerzos en la mitigación ayudaría a aminorar las necesidades de adaptación. Sin embargo, los países fallaron tanto en reducir emisiones como en reducir la vulnerabilidad.

La meta de adaptación es un tema central en la discusión y su cumplimiento depende de muchas cosas, pero una de las más importantes es el financiamiento. Menos del 10 por ciento de este va a la adaptación a nivel global (CPF, 2022). Esto debe cambiar. Los países desarrollados se comprometieron a duplicar el financiamiento para adaptación hacia el 2024, pero es insuficiente. Requiere al menos aumentar diez veces para lograr un balance. Sin ese financiamiento para la adaptación estaremos peor preparados para la crisis y habrá más pérdidas y daños.

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4. La meta de reducción de emisiones y del 1.5°C no debe claudicar. Reducir las emisiones en 45 por ciento hacia el 2030 es una meta que parece alejarse de la realidad global. Sin embargo, los países no deben claudicar en ella. Se claudicó en la meta de estabilizar las emisiones en 350 partes por millón, ahora sólo quedó como nombre de una organización internacional. Pero la meta del 1.5°C no debe dejarse de lado y para ello es fundamental insistir en la salida de los subsidios a los combustibles fósiles y en la reducción acelerada de las emisiones de metano. Esto último no puede quedar en un acuerdo voluntario como ahora, debe quedar plasmado en el texto final alcanzado en la COP27.

Estas cuatro piezas son fundamentales para avanzar en la atención de la emergencia climática. Hay muchos otros aspectos transversales que se deben cuidar, como el empeoramiento climático, la agenda de género y derechos humanos, así como los temas de transparencia, todos ellos deben fortalecerse de manera paralela.

Recordemos que cada COP tiene un objetivo, es decir, no hay una sola conferencia que lo va a resolver todo. Pero son los pasos firmes los que determinan el avance efectivo hacia la atención del problema.

Si la comunidad política ya falló, hay que cobrarlo con creces. Sin embargo, la comunidad científica y social no deben ceder; por el contrario, debemos incrementar las demandas para alcanzar los objetivos deseados. Si para ello tenemos que romper con las formas, hagámoslo.



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