Acapulco, Guerrero.- Los habitantes de Acapulco ven con dolor el desastre en el puerto: desde los grandes hoteles en la costera hasta las casas más lejanas en las colinas alrededor de la bahía, todos los edificios tienen algún nivel de daño tras el paso del huracán Otis con su categoría la madrugada del miércoles.
A los incuantificables daños materiales se ha sumado el saqueo que miles de personas hicieron en cadenas comerciales ubicadas en la zona turística, pero también en las más de doscientas colonias y localidades del puerto. El miedo a la escasez de alimentos ha sido el pretexto para el pillaje que después vende los artículos robados al triple de su costo normal.
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En la zona hotelera, miles de techos, fachadas de hoteles, restaurantes, tiendas y negocios de todo tipo se ven destruidos o, en los mejores casos, seriamente dañados. Hay poco tránsito y el transporte público escasea también, sólo hay algunas camionetas que circulan en apoyo a quienes tienen que ir a sus empleos a ver si habrá labores.
En los hoteles de la zona diamante de Acapulco el personal lleva trabajando por lo menos desde el miércoles.
Recepción, gerencia y restaurantes dejaron –en el mejor de lo casos– los uniformes, y siguen intentando hacer cosas con lo que tienen a la mano.
No tienen mayor información que cualquiera. Sin luz y con internet en algunas zonas han podido comunicarse a medias para avisar que están bien, o al menos vivos.
Ver un huracán categoría 5 desde la barra de comida y sin luz no es algo fácil de hacer, y no es que sean valientes, es que nadie les avisó del tamaño real de lo que venía.
Omar es un trabajador de mantenimiento en uno de los hoteles afectados, lleva desde el martes en su puesto y cuenta que ellos esperaban mal tiempo, no un huracán y menos uno categoría 5.
Y es que la alerta a la gerencia llegó muy tarde. A las plazas comerciales les pidieron cerrar a las 20:00 horas a más tardar, iniciaron el cierre con las tiendas ancla y luego con las más pequeñas que terminaron entregando las llaves a las 21:00, una hora antes de que la tormenta se volviera un verdadero problema.
Las autoridades quedaron rebasadas por el nivel de destrucción, marinos, soldados, y autoridades locales no han podido mantener el orden en medio de la destrucción. Los planes de Protección Civil fueron rebasados muy pronto por la fuerza de un huracán que al mediodía del martes se había calculado como de categoría 1, pero doce horas después golpeó con la categoría 5, la más devastadora para estos fenómenos.
La información llega a cuentagotas,nadie sabe dónde anda la ayuda que dicen ya llegó, hay información de que los primeros turistas que salieron a México llegaron a media noche, otros de que pernoctaron en Chilpancingo. Lo que es cierto es que las camionetas de los mineros que huyeron a carretera sólo los regresaron una vez, en su segundo intento pasaron Chilpancingo en donde cargaron gasolina –porque de ahí no hay más estaciones de servicio sino hasta Cuernavaca, a dos horas de camino por lo menos.
“Supimos que venía el Presidente, sabemos que hay autoridades, pero no ubicamos dónde están porque no hay más información”, cuenta un porteño.
De los vuelos de regreso no se sabe nada, dicen que el aeropuerto está destruido, devastado completamente, y que la torre de control, supuestamente recién estrenada, quedó inútil.
Así están en todos lados. Sin tener muy claro qué pasó y cómo en menos de una hora el puerto se borró del mapa.
La teoría que se corre entre los locales es que en su recorrido Otis encontró agua caliente en el mar y eso hizo que cobrara mayor fuerza y relevancia en su entrada a tierra, de hecho, ya dentro del puerto hizo estragos en las unidades habitacionales, pero es un daño que se podría calcular hasta el fin de semana, cuando literalmente, ya no haya agua en las calles. Nos dicen que con el paso del huracán los vertederos llegaron a dejar un metro y hasta un metro y medio de agua.
Amanecieron este jueves en 20 o 30 centímetros y eso permitió la salida de muchos autos hacia las carreteras.
Hasta el miércoles por la mañana en la zona turística se vio el recorrido que realizó la alcaldesa Abelina López Rodríguez, en un Jeep color negro y escoltada por sus guardia, que iba y venía en la costera Miguel Alemán.
Mientras, marinos, soldados y elementos de la Guardia Nacional –siguiendo sus planes de auxilio a la población– retiraban árboles, láminas y otros objetos que obstruyen las vialidades. Probablemente lo más notorio fue el paso de un helicóptero de la CFE que sobrevoló la ciudad para observar los daños que provocó el meteoro.
Por la falta de energía eléctrica y el derrumbe de torres de telefonía, para comunicarse con el mundo, hay que trasladarse hasta Chilpancingo. Un trayecto que hasta el lunes podía cubrirse en menos de una hora y media, y que ahora lleva por lo menos dos horas y media.
El paso por las casetas de la autopista del Sol es libre, pero los obstáculos están en todo el camino. En la carretera hay decenas de árboles que obstruyen el paso y aumentan el riesgo de accidentes por los bloqueos naturales y las decenas de turistas varados en la autopista en la búsqueda de regresar a sus hogares. En la autopista de regreso a la Ciudad de México se puede identificar a los autos que vuelven de Acapulco, la mayoría de ellos tienen el medallón o el parabrisas roto debido a los objetos que les cayeron encima durante el paso de Otis.
Ese es el panorama hasta este jueves por la tarde.